jueves, 17 de enero de 2013

München, Deutschland. 3° parte.

München:  Schlosspark Linderhoff, Neuschwanstein y el Puente María
 
Miércoles 31 de octubre de 2012

¡A las 7 arriba!  ¿Pero qué necesidad hay de levantarse tan temprano en vacaciones? Y sí, mucha necesidad.  Tenemos que estar a las 8:30 de la mañana frente a la estación de trenes.  Sale el tour que contratamos para ver 2 castillos. Nos pidieron especialmente que llegáramos unos 15 minutos antes, así podríamos “elegir” lugares en el micro.  Pero cuando llegamos, estaban prácticamente todos ocupados.  Se ve que la gente llegó muchísimo antes.  No me molestó demasiado.  Germán y las niñas se sentaron atrás de todo y yo dos o tres butacas más adelante.  El paseo, tiene preparada la audio guía en español, italiano, japonés y la señorita que nos cuenta habla en inglés y después cuenta lo mismo en alemán.  ¡Qué merengue de idiomas!

Ya salimos de la ciudad de Múnich.
 

Nuestro viaje hasta los Alpes, durará una hora y media apróximadamente.   Mientras, nos cuenta algunas singularidades de la ciudad de Munich.  Por ejemplo, su nombre se debe a la deformación de la palabra “monje”.  Y también habló de su autopista, en forma de anillo que rodea a toda la ciudad y se conecta con otras arterias importantes.  Esta ciudad, tiene áreas boscosas en sus alrededores, y anteriormente se practicaba la caza y la pesca. De hecho, salimos bastante rápido de la ciudad y el bosque y los campos ya se pueden ver. Y por supuesto, los Alpes.  Toda esta zona, cobró importancia durante los juegos olímpicos de invierno de 1936.  Los nazis, intentaron disimular o suspender las actitudes antijudías durante los juegos  para promocionar y mostrar a Alemania ante el mundo. Entre tantas declaraciones que hizo la señorita que nos contaba de Baviera, la más “extraña” fue: “Somos un pueblo de gente muy tolerante.” “Tenemos una creciente población de extranjeros y convivimos muy bien  todos juntos”.  En cuanto al Holocausto, lo refirió como “la historia oscura de Alemania”.  En fin…nosotros estamos para ver castillos…sin embargo ese tema siempre flota en el aire.

Desde el micro que nos lleva de excursión
 
Abandonamos la autopista y tomamos una ruta mucho más estrecha.  Hay cierta inclinación del micro…lo que quiere decir que estamos subiendo a las montañas. Es una ruta bastante antigua, ya lo utilizaban los comerciantes de Venecia para transportar especias hacia estos lados. Llegamos al primer pueblo, Oberammergau donde se pueden ver pinturas en las fachadas de las casas.  Sus habitantes las decoran de esta manera.

Las pinturas decoran fachadas

  Este pueblo, cuenta la historia que en época de los romanos, atravesó por la epidemia de la peste negra.  Se murió mucha gente.  Entonces, el gobernador de ese poblado, quiso preguntar…al cielo, qué debería hacer para evitar que su pueblo pasara por otra peste de esas.  La respuesta no tardó en llegar: debía realizar una representación de “la pasión de Cristo.  Y así fue, el pueblo entero participó de la ceremonia.  Nadie más se murió de peste negra desde aquel entonces.  Ahora, cada 10 años, se realiza la pasión de Cristo en el pueblo.  Sólo los residentes participan de la ceremonia y también hay casting (por lo que muchos se preparan y caracterizan meses antes) para seleccionar a los personajes. La gente del lugar, se toma muy seriamente esta cuestión y la ceremonia es reconocida como un espectáculo muy importante.  En 2010 atrajo a  medio millón de visitantes esta presentación. Además, constituye una fuente de ingresos más que significativa.  Tienen un teatro muy grande a comparación de lo que es el pueblo.   Quizás, esto explique la importancia de la representación.

Hay un monasterio que sigue funcionando hoy en día y data de la época del imperio Romano.  Es una escuela para varones y también produce algunos alimentos, como quesos y licores.  Es famoso por un licor que lleva 27 especias diferentes.  No recuerdo el nombre…
El monasterio

Una vez con los pies en tierra, debemos realizar lo que queda del trayecto caminando.  Son 15 minutos de caminata. Mientras nos sacamos fotos por el sendero.  Me llaman la atención unos cisnes. No sabía que se adaptaban al frío. Les sacamos fotos a una laguna rodeada de nieve…y con cisnes.  Qué hermoso lugar.
Bajamos del micro, camino al primer castillo

Los cisnes, en blanco y negro.

Y casi sin avisar, estamos frente al primer castillo que ordenó construir el famoso Ludwig II. Se llama Schlosspark Linderhoff. Como su nombre lo indica, está rodeado por un parque con algunas dependencias, como un kiosco, una capilla, etc.  Pero, como es época invernal (el otoño dura dos semanas…acá), están cerradas al público porque el camino es muy peligroso.
Schlosspark Linderhoff

Otra particularidad, es que los castillos y palacios están protegidos por el derecho de autor, por lo que está prohibido sacar fotos y filmar en su interior.  Aunque les puedo contar algunas cositas de este castillo, sin necesidad de sacar fotos. 
El kiosko (una de las dependencias)
 

Primero, es el único castillo que vio terminado Ludwig II, ya que cuando ordenó construir otro…se murió antes de verlo terminado. En este lugar, vivió prácticamente todos los años de su reinado.  Pero contemos un poquito ¿Quién era Ludwig II? Es un personaje bastante conocido por estos lados y muchos lugares se llaman como él. Nació el 25 de agosto de 1845 y a la tierna edad de 19 años se convirtió en rey tras la muerte repentina de su padre Maximiliano.
La capilla, otra dependencia


Pero Ludwig, no estaba muy convencido de atender cuestiones del gobierno.  Quizás, si hubiera podido elegir, hubiera sido decorador de interiores o tal vez arquitecto. Asiduo lector, se interesaba mucho por los aspectos románticos de la época medieval. También era admirador de los reyes de Francia, ya que decía que allí, el rey podía hacer lo que se le cantaba, mientras que él debía preguntar siempre al parlamento sobre todas las cuestiones.  En este palacio, hay imágenes de Luis XIV.  Símbolos de tal admiración. Además, le encantaban las óperas de Wagner y se hizo amigo de este compositor.  Entre sus delirios románticos, los castillos de estilo rococó fueron su principal punto de atención.  Entre sus actividades favoritas, la caminata en el bosque, la caza y los paseos a caballo eran las habituales. 
Farol, cercano a Schlosspark Linderhoff


 Se imaginarán que una persona de semejantes características, la economía, los impuestos, las responsabilidades para con el pueblo…son temas poco importantes.  Es por eso, que todos estos asuntos recaían en manos de sus ministros.  Cuenta nuestro guía turístico del castillo, que cierta vez un ministro debió buscarlo durante días en las montañas para que le firmara un documento importante.  Lo encontró en un refugio de montaña muy tranquilo, solo…ajeno a todo. Ludwig era un rey solitario. 
Vista, desde el farol a Schlosspark Linderhoff


En sus castillos no se celebraban grandes cosas y nunca llegó a casarse.  Tampoco le interesaba mucho esa cuestión.  A pesar de esto, su gusto por decorar las habitaciones y gabinetes del castillo es exquisito.  Enamorado del rococó (esto significa, hablando a groso modo que las paredes están repletas de relieves, adornos, telas bordadas, porcelanas, pinturas, mármoles en los pisos y mesas y espejos) decoró su castillo inspirado en escenas de las óperas de Wagner, de los reyes franceses, las tragedias griegas y también de la Biblia. Entre sus excentricidades, vemos en el salón comedor, una mesa que desciende a la primera planta donde se encontraban los sirvientes de la cocina.  El rey, sólo debía sentarse en su silla y esperar a que la mesa volviera a subir…con la comida servida.

Otra sala, se la llama “sala de los espejos”. Como su nombre lo indica, hay espejos en todas las paredes y muchos candelabros.  Nos cuenta el guía, que a Ludwig le gustaba verse…y además leía por las noches, con todas las velas encendidas. Esta sala, es inspirada en el castillo donde nació y creció: la Residence.

Además, el coleccionista de porcelana china.  Otros salones tienen jarrones de la dinastía Ming. También vimos, dos mesitas hechas de un mármol verde esmeralda.  Fue un regalo de una rusa que lo visitó alguna vez.

Cada rey tiene algún apodo.  Luis XIV era un sol….y Ludwig II se lo conocía como el rey de los cuentos, o el rey de la luna.  Es que entre tantas peculiaridades, tomaba. Y ya en la última etapa de su vida, tomaba mucho…y además no dormía de noche.  Andaba deambulando por el castillo noches enteras. ¡Y encima le venían a decir que la gente no tenía trabajo! ¡Por favor! ¡Qué ganas de joderle la existencia al pobre Ludwig! ¿Y qué se le puede ocurrir a un rey para subsanar la cuestión? Fácil: hacer obra pública… Entonces, contrataba más gente para hacer jardines y encaró la construcción de otro castillo aún más maravillo en medio de los Alpes.  Nada mal para un decorador de interiores.

A pesar de sus esfuerzos por recomponer la economía, su reino enfrentaba deudas inmensas y también inéditas en las historia de Baviera.  El parlamento estaba más que descontento con la gestión del rey y con su conducta.  El rey tomaba mucho y de vez en cuando tenía arrebatos violentos contra la gente del pueblo o con cualquiera que se le cruzara en su momento. En 20 años de reinado, el Parlamento decidió cortar por lo sano y llamaron a un psiquiatra para que lo atendiera. El diagnóstico fue: locura crónica.  Y como el rey tenía las “capacidades mentales disminuidas en forma irreversible” ya no podía continuar gobernando. Lo depusieron del cargo a los 40 años de edad.  Esta es la historia del pobre Ludwig II, quien fue llevado a Schlossberg (otro castillo) y al segundo día se lo halló muerto en el lago junto a su psiquiatra.  Yacían los dos cerca de la orilla, en una zona poca profunda.

En su lugar, continuó reinando su tío.  Pero acá, no termina la historia de Ludwig II…

Nuestra visita duró menos de una hora.  Rápidamente nos subimos al micro y nos dirigimos a otro pueblo, más arriba en los Alpes.  El camino es precioso, con sus curvas y la estreches de la alta montaña.  Nuevamente, la guía nos comenta las peripecias que debían realizar los comerciantes que llegaban desde Venecia por esa ruta para abastecer de especias a los bávaros. En este pueblo, solo paramos un ratito para…ir de shopping.  Hay casas que venden chucherías tradicionales de los Alpes.

  Ahí nos quedamos una media hora.  Compramos dos cajitas de música y un trencito de madera con los vagones caracterizados con imágenes navideñas.  Negocios atiborrados de las pelotudeses más lindas e inútiles que se puedan imaginar.  Había para todos los bolsillos.  Desde relojes cucú de 1.800 euros hasta postales y jarras de cerveza por 5 o 6 euros (las jarras valían eso…porque las postales valen centavos.).  En este lugar, los vecinos también decoran sus casas con dibujos que se refieren a cuentos tradicionales y de fama mundial.  Vemos a Hansel y Grettel en una foto.  Pero también estaban Los músicos de Bremen, Caperucita Roja y algún  otro que no recuerdo.
El teatro

Ahora sólo nos queda subir al micro hasta nuestra última parada: Neuschwanstein.
De camino a Neuschwanstein.

Este castillo, seguramente lo han visto alguna vez…es una postal insignia del lugar o quizás lo vieron en otro lugar.  Hay un castillo muy famoso que tiene “aires” de Neuschwanstein.  La copia (el castillo con “aire a”) se encuentra en Disneylandia, es el castillo de la Cenicienta que se puede ver desde cualquier punto del parque.  Y su construcción se inspiró en este castillo. 
Espero que lo puedan distinguir...desde acá abajo.


 Se pueden imaginar cómo estaba Estrellita… es eso lo que más quería ver. Entre las frases que se me grabaron en la cabeza sobre lo que decía la guía me quedó “cuando el joven Disney recorrió Europa, quedó encantado con este castillo”.  Y así es…uno queda encantado con el castillo. Este es el castillo que Ludwig II imaginó y nunca pudo ver terminado.  A pesar de ello, unos  meses antes de morir, se fue a vivir allá puesto que algunas dependencias se podían habitar.  Originalmente, Ludwig no quería que fuera visitado por la gente, porque no consideraba que ellos pudieran apreciar esta maravilla  (Así de jodido era). Su castillo, inspirado en la época medieval es imponente y majestuoso. Mucho dinero se fue en la construcción de esta obra monumental y a pesar de las críticas del Parlamento y de su mismo pueblo…el tiempo se encarga de reivindicar a Ludwig II.
De camino al castillo

Nosotros seguimos nuestro camino y pasamos por un puente que cuelga a 75 metros de altura.  Nos cuentan que en este lugar se suicidaban muchas personas tirándose de ahí.  En los últimos años, se alzaron las barandas para que se desistiera de tal cosas.  Pero todavía hay gente que se empeña en matarse desde el puente.
El puente de 75 metros de altura
 

Ludwig II, el legado

Como dije anteriormente, Ludwig II dejó la economía del país en ruinas y yo creo que por eso lo depusieron y no porque fuera ebrio.  La historia nos muestra ejemplos sobrados de reyes que hacían cosas peores y no por eso los destituían.  Y a pesar de que una de sus últimas voluntades fue que no se abriera el Palacio Neuschwanstein al público, a menos de 6 meses de su muerte ya había visitantes.  La excusa fue tratar de generar fondos, para que de alguna manera se pudieran pagar las cuentas que el rey había dejado y también para terminar con su construcción.  Y vaya que deben haber pagado la deuda hace rato, porque el castillo genera más de 9 millones de euros al año.  A decir verdad, no estaba tan errado Ludwig después de todo.  Y podría decirse que arte y economía pueden ir de la mano.  Además, el castillo se terminó.  Quizás con algunas diferencias de estilo y hay cuartos y decoraciones que no se hicieron tal como hubiera querido el rey.  No se preocupen, quedó hermoso de todas formas. Entre otras cosas, este castillo medieval se construyó con tecnología del siglo XIX.  Esto se traduce en agua corriente en todos los pisos, que se abastece de una fuente natural a 200 metros por encima del castillo.  Hay servicios con desagüe (baños) automáticos.  Una calefacción central (el Schloss Linderhof también cuenta con este adelanto), agua caliente para cocinar y  esas cosas que al rey le hubiera importado poco… pero me imagino que a los sirvientes les facilitaba mucho en sus tareas.
Neuschwanstein.

Gracias a este loco “con capacidades mentales disminuidas” tiene el mundo entero, la posibilidad de ver un castillo medieval hoy.  Y no solo eso, este castillo es el original.  Lo que quiero explicar, es que no lo tuvieron que reconstruir (como a la mayoría de los edificios) a causa de la Segunda Guerra Mundial. Por su ubicación, medio escondida en las montañas quedó a salvo de los bombardeos.  Aprovechando esta ventaja, durante la guerra se lo utilizó como depósito de obras de arte saqueadas a Francia. Y también es donde se guardó el Tesoro del banco central de Alemania.  Ese que desapareció misteriosamente…y nunca más se supo de él. 
Neuschwanstein, antes de ingresar a la visita guiada

Esta tierra está sembrada por misterios.  Hasta la muerte del rey es una incógnita… La gente del siglo XIX, no pudo determinar si la muerte del rey fue un crimen o un suicidio.  Quizás fue un accidente, pero es muy raro.  El rey Ludwig II era una persona muy alta para la época, con su metro ochenta y siete nadaba muy bien.  Por lo que no se entiende, haberlo hallado muerto en un lago de un metro de profundidad. 

Estrellita no quiere meter púa…a esta gente tan “pura” de Munich… tan correcta.  Pero creo que hay algo en la personalidad de Ludwig II que, como diría José Pablo Feiman… “es muy difícil de tolerar”.  A ver, recopilemos: solitario, le gustaba observarse en los espejos, andaba por las noches por ahí, no se casó, no tenía amantes, le gustaba la ópera, le gustaban los castillos de la Edad Media…no sé.  Hoy sería una persona de lo más común y corriente…un bohemio.  Tal vez, para esa época se lo hubiera catalogado de… bueno, no es mi intención ofender a nadie.  Pero para mí que el rey era un Hombre lobo. 

Terminado mi homenaje a Ludwig II, ahora sí, llegamos a la base del castillo.

 

Entre tantas maravillas de la naturaleza y del hombre, lo maravilloso es verlas en armonía.

Cuando bajamos del micro nos repartieron los tickets para la excursión al castillo.  Nuestro horario es a las 15 horas con la audio guía en español. Hay excursiones cada 5 minutos.  Mientras tanto, tenemos tiempo para almorzar y pasear por el lugar.  Por la época que estamos, sólo se puede llegar al castillo caminando o tomando una carroza de caballos.  Los buses están suspendidos por precaución.
La carroza, para ir al castillo

Nosotros decidimos almorzar rápido y poder ir hasta el Puente María.  Es otro punto turístico que se encuentra más arriba en la montaña. Otra foto que se observa, es la de un castillo amarillo.  Ese se llama “Hohenschwangau” reconstruido entre los años 1832 y 1838, también es muy lindo.
Hohenschwangau

Con un sándwich y un café/gaseosa y un acompañante de Tailandia (que también quería ir hasta el puente María) comenzó nuestra caminata.  Según el plano, tardaremos 45 minutos.  Estábamos tan entusiasmados que hicimos la mitad del recorrido en 15 minutos. Las vistas son impresionantes y no se siente tanto el frío (creo no haberlo mencionado en el día de hoy…se nota que estoy entretenida).
Vista al pueblo desde punto panorámico.
Bar de minutas de camino a Neuschwanstein.
Cada vez, más cerca.

Ahora, debemos pasar el castillo y seguir por el sendero.  No contábamos con otro detalle.  El sendero estaba clausurado. Nos quedamos mirando el letrero con cara “los desgraciados más grandes del mundo”.  No habíamos llegado tan lejos para dejar todo así como así… Entonces, después de que el Tailandés dijera “I go” nosotros, (“así como así”) saltamos la baranda y seguimos por el sendero resbaladizo (congelado en algunas partes) hasta llegar al famoso puente.  Y no me sentí tan mal por desobedecer la orden… todo el mundo hizo lo mismo.  Tampoco se imaginen escenas de “Misión imposible”…es un sendero con barandas y todo está señalizado.  Sólo que en época invernal se cierra, porque alguien puede resbalarse y en el mejor de los casos caer de traste. En el peor…podés perder un diente o quebrarte un brazo. 

Llegamos al puente María. Lugar que de chiquito fascinaba a Ludwig…¡y a quién no! Hay una pequeña cascada que cae por abajo formando una olla color esmeralda.  Y la vista del castillo es privilegiada.

Vista del castillo desde el Puente María.
El Puente María
El Puente María, vista a Neuschwanstein
La pequeña castada del Puente María
 

Ahora sí, es nuestra hora para realizar el recorrido. Comienzan en punto…y acá tampoco podemos sacar fotos. 
Neuschwanstein

Pero eso no es tan importante.  Les paso a contar algunos de los caprichos del rey que pensó y llevó a cabo en el interior.  Ludwig, mandó a construir una gruta artificial, con estalagmitas y estalactitas, entre sus aposentos personales y su oficina.  También una cascada, que ya no se pone en funcionamiento.  Entre otras ocurrencias, hay un balcón cerrado con puerta corrediza de vidrio con una vista fabulosa al Forggensee (el lago que está en un prado más abajo).


Neuschwanstein
 

Además del “azul real”  color favorito del rey, hay un animal que está por todas partes en el castillo, incluso de tamaño natural (hecho en porcelana de Munich): el cisne.  Sucede que es un animal heráldico y por supuesto, le encantaba. 
 

Una vez salidos del castillo, Germán decidió probar vino tibio.  Según él, es rico. Yo preferí una berlinesa. Acá están rellenas de mermelada. Mmm.

Son las 16.30 horas, ya debemos regresar. Nos esperan dos horas hasta Munich.

Al principio de este viaje, mencionaron que a este lugar se lo conoce como “el país azul”.  Al caer la noche, se explica su nombre.

"El país azul"


Son las 17.20 horas y el sol se va.  Las luces de los coches se ven en las curvas que el micro toma.  Las pocas casas revoleadas en las montañas ya se iluminan.  Son adornos de navidad gigantes. El micro está en silencio, muchos visitantes duermen.  Caminaron mucho.

El azul gélido se transforma.  De verde a negro y del blanco nieve al celeste.  Los árboles comienzan a mutar. Parecen monstruos aprisionados entre las piedras y nieve.  El bosque clama por algún alma que se quiera perder.  En vísperas de la noche de brujas, no hace falta que Jason venga con su motosierra tras nosotros…basta esperar a que oscurezca un poco más para dejar de ver la ruta y uno empiece a preocuparse.

Anochecer, en el país azul.
 

Las 18 horas…ya es totalmente de noche.  Las brujas entre las hojas de los árboles.  El aire se congela.

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