Han sur Lesse y
Dinant
Bonus track
28 de septiembre de
2013
Como ya les anticipó Estrellita,
de esta parte me ocupo yo. Podría decirse que no sólo hubo un episodio extraño
y/o anecdótico durante este viaje. Yo diría que hubo un “hilo conductor”
anecdótico.
Siendo la hora de almorzar y
recién salidos de la gruta (nos faltaban los garrotes y estábamos completitos)
decidimos ir por un refrigerio al restaurante tan bonito que habíamos visto
desde el trencito que nos llevó.
Al llegar al lugar, nos dimos cuenta
que cientos de personas tuvieron la misma maravillosa idea y una mesera nos
salió al paso excusándose y advirtiéndonos que cerrarían el lugar. Nunca nos había ocurrido
esto. Dentro del restaurant había mucha gente y supusimos que cerraban por
falta de espacio.
El restaurant desde el trencito. Han sur Lesse. |
Entonces, nos dirigimos al
segundo restaurant de la reserva natural y también había mucha gente. Por
supuesto que la oferta de sándwiches y otras minutas por el estilo ya estaban
agotadas. Aunque todavía quedaban “ofertas” para aprovechar.
Este tipo de restaurantes tiene
la modalidad de auto-servicio. Uno ingresa y busca sus propios cubiertos, la
bandeja, elige su bebida y en caso de preferir un plato caliente debe
solicitarlo en un mostrador (generalmente, son pocas opciones). Luego, continúa
hasta la caja y paga.
Cuando llegamos no había bandejas.
Signo inequívoco de “mucha gente”. Pero decidimos esperar igual, ante el
mostrador de comidas calientes. Ante la falta de refrigerios baratos, la gente
se fue a otros lugares fuera de la reserva natural. Nosotros fuimos las últimas
personas en ordenar el almuerzo.
La iglesia que está frente a la oficina de la reserva natural. Han sur Lesse. |
Nuestras hijas querían espagueti
a la boloñesa, pero no había más. Tampoco albóndigas, de ninguna de las dos
clases. La única opción eran unos trocitos de carne con una salsa marrón y
papas fritas. De eso, había quedado todo…era lo más caro del lugar. En fin…pedimos
eso. ¡Estaba riquísimo!
Apenas salimos de la zona del
mostrador, cerraron el restaurant por falta de comida. No me explicaba la
situación. El cocinero estaba visiblemente de mal humor. ¿Calcularon mal? ¿Ese
sábado hubo más turistas de lo que se esperaba? ¿Habría un boicot comercial en
Bélgica y yo no me enteré?
Pero nuestra historieta no
termina en esta observación. Como nuestro paseo continuaba en Dinant, la cena
también debió ser afuera.
En una Dinant con la oficina de
turismo cerrada y casi todo también, no pudimos hacer mucho más que recorrer a
ciegas algunas cosas y pensar en la cena, en “Le café des Arts” justo frente a
la Colegiata Notre Dame.
Le café des Arts... NO VAYAN |
En los relatos de la Han sur
Lesse, les contamos que había dos filas distintas para ingresar a las grutas:
la que cuenta en francés y la que cuenta en neerlandés, alemán e inglés.
Estamos en una zona de Bélgica donde se habla principalmente francés.
Este dato, es fundamental… no es
que me haga idea de las cosas…pero el restaurant francés, o parecidos me traen
malos recuerdos.
Nos sentamos en el exterior pero
con resguardos (había calefactores, luces y sombrillas que nos amparan del
frío) y por lo menos, dos de nosotros, veían a la Colegiata.
Se acercó el mesero y disparó en
un francés rápido que no me dio tiempo ni a decir “Sorry I don’t understand” me
quedé muda mirándolo a los ojos… Entonces, Germán (el esposo de Estrellita)
atinó a preguntar si hablaba inglés.
Le café des Arts NO VAYAN |
El mesero respondió en un seco “no”
y se fue. Tampoco dijo o sugirió otro idioma para que pudiéramos entendernos mejor.
Ya eso, debería haberme alertado…pero
no. Al poco tiempo regresó y le pedimos 4
Coca-Colas. Cuando las trajo, ordenamos nuestra cena…señalando con el dedo,
porque nuestra pronunciación en francés es…bueno, no existe.
Pedimos 1 ensalada des “Arts”; 2 espagueti a la boloñesa; 1 “algo” con
salmón…
Le cuento que, en todo este año
de paseos y restaurantes…encontrar a un mesero que no sepa por lo menos 2
idiomas es muy extraño. No pido que sepa conjugar todos los verbos, yo tampoco
soy profesora. Pero sí pido que sepa lo
que dice el menú en otro idioma.
Pasaron 20 minutos y ya estaba
mirando el reloj… tenía hambre. Para distraerme veía las otras mesas. Cuando
uno tiene hambre, sospecha más… y otra alarma se disparó al ver que comensales
que llegaron después que nosotros ya tenían la cena en sus mesas. Mmm.
A la media hora, vuelve el mesero
“me revienta que no sepan francés” y nos explica (y le entendimos) que el “algo”
con salmón no había. Entonces, se cambió el plato por otra orden de espaguetis
a la boloñesa.
Pasaron 15 minutos más y viene otro mesero a decirnos que si es posible cambiar una
orden de espagueti a la boloñesa por una de tagliatelle. No había problemas…
Nuestra espera continuó 15
minutos más y volvió el mesero “mono-idiomático” y nos dice que “no hay más
espagueti a la boloñesa”…
Pedimos la cuenta. El hambre se
esfumó en la bronca del momento.
Sigo sin explicación del maltrato.
Quizás, no era el día de pedir “espaguetis a la boloñesa” en Bélgica… ¿habría
una campaña anti-pasta y nosotros estuviéramos boicoteando sin querer ese
propósito? Y peor, el pobre mesero…bruto de idiomas, bruto de modales, bruto de
todo intentó advertirnos… y nosotros no entendimos la indirecta.
¿Qué culpa tenemos nosotros de
que esta parte de Bélgica haya sido francesa? Entre tantas conclusiones que
saqué subrayo la siguiente: pedir comida italiana en un restaurant francés es
una declaración de guerra.
Nos fuimos al estacionamiento por
nuestro “Bayard” y que nos lleve a los 4 a casa. No nos persigue Carlomagno…aunque
tratar de cenar en Dinant raya la epopeya épica.
Y por si no quedó claro: NO LES
RECOMIENDO IR A “LE CAFÉS DES ARTS”.
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