viernes, 11 de octubre de 2013

Han y Dinant. Bonus Track.


Han sur Lesse y Dinant

Bonus track

28 de septiembre de 2013

Como ya les anticipó Estrellita, de esta parte me ocupo yo. Podría decirse que no sólo hubo un episodio extraño y/o anecdótico durante este viaje. Yo diría que hubo un “hilo conductor” anecdótico.

Siendo la hora de almorzar y recién salidos de la gruta (nos faltaban los garrotes y estábamos completitos) decidimos ir por un refrigerio al restaurante tan bonito que habíamos visto desde el trencito que nos llevó.

Al llegar al lugar, nos dimos cuenta que cientos de personas tuvieron la misma maravillosa idea y una mesera nos salió al paso excusándose y advirtiéndonos que  cerrarían el lugar. Nunca nos había ocurrido esto. Dentro del restaurant había mucha gente y supusimos que cerraban por falta de espacio.
El restaurant desde el trencito. Han sur Lesse.
 

Entonces, nos dirigimos al segundo restaurant de la reserva natural y también había mucha gente. Por supuesto que la oferta de sándwiches y otras minutas por el estilo ya estaban agotadas. Aunque todavía quedaban “ofertas” para aprovechar.

Este tipo de restaurantes tiene la modalidad de auto-servicio. Uno ingresa y busca sus propios cubiertos, la bandeja, elige su bebida y en caso de preferir un plato caliente debe solicitarlo en un mostrador (generalmente, son pocas opciones). Luego, continúa hasta la caja y paga.

Cuando llegamos no había bandejas. Signo inequívoco de “mucha gente”. Pero decidimos esperar igual, ante el mostrador de comidas calientes. Ante la falta de refrigerios baratos, la gente se fue a otros lugares fuera de la reserva natural. Nosotros fuimos las últimas personas en ordenar el almuerzo.

La iglesia que está frente a la oficina de la reserva natural. Han sur Lesse.
Nuestras hijas querían espagueti a la boloñesa, pero no había más. Tampoco albóndigas, de ninguna de las dos clases. La única opción eran unos trocitos de carne con una salsa marrón y papas fritas. De eso, había quedado todo…era lo más caro del lugar. En fin…pedimos eso. ¡Estaba riquísimo!

Apenas salimos de la zona del mostrador, cerraron el restaurant por falta de comida. No me explicaba la situación. El cocinero estaba visiblemente de mal humor. ¿Calcularon mal? ¿Ese sábado hubo más turistas de lo que se esperaba? ¿Habría un boicot comercial en Bélgica y yo no me enteré?

Pero nuestra historieta no termina en esta observación. Como nuestro paseo continuaba en Dinant, la cena también debió ser afuera.

En una Dinant con la oficina de turismo cerrada y casi todo también, no pudimos hacer mucho más que recorrer a ciegas algunas cosas y pensar en la cena, en “Le café des Arts” justo frente a la Colegiata Notre Dame.

Le café des Arts... NO VAYAN
En los relatos de la Han sur Lesse, les contamos que había dos filas distintas para ingresar a las grutas: la que cuenta en francés y la que cuenta en neerlandés, alemán e inglés. Estamos en una zona de Bélgica donde se habla principalmente francés.

Este dato, es fundamental… no es que me haga idea de las cosas…pero el restaurant francés, o parecidos me traen malos recuerdos.

Nos sentamos en el exterior pero con resguardos (había calefactores, luces y sombrillas que nos amparan del frío) y por lo menos, dos de nosotros, veían a la Colegiata.

Se acercó el mesero y disparó en un francés rápido que no me dio tiempo ni a decir “Sorry I don’t understand”  me quedé muda mirándolo a los ojos… Entonces, Germán (el esposo de Estrellita) atinó a preguntar si hablaba inglés.

Le café des Arts NO VAYAN
El mesero respondió en un seco “no” y se fue. Tampoco dijo o sugirió otro idioma para que pudiéramos entendernos mejor.   Ya eso, debería haberme alertado…pero no.  Al poco tiempo regresó y le pedimos 4 Coca-Colas. Cuando las trajo, ordenamos nuestra cena…señalando con el dedo, porque nuestra pronunciación en francés es…bueno, no existe.

Pedimos 1 ensalada des “Arts”; 2 espagueti a la boloñesa; 1 “algo” con salmón…

Le cuento que, en todo este año de paseos y restaurantes…encontrar a un mesero que no sepa por lo menos 2 idiomas es muy extraño. No pido que sepa conjugar todos los verbos, yo tampoco soy profesora. Pero  sí pido que sepa lo que dice el menú en otro idioma.

Pasaron 20 minutos y ya estaba mirando el reloj… tenía hambre. Para distraerme veía las otras mesas. Cuando uno tiene hambre, sospecha más… y otra alarma se disparó al ver que comensales que llegaron después que nosotros ya tenían la cena en sus mesas. Mmm.

A la media hora, vuelve el mesero “me revienta que no sepan francés” y nos explica (y le entendimos) que el “algo” con salmón no había. Entonces, se cambió el plato por otra orden de espaguetis a la boloñesa.

Pasaron 15 minutos más y viene otro mesero  a decirnos que si es posible cambiar una orden de espagueti a la boloñesa por una de tagliatelle. No había problemas…

Nuestra espera continuó 15 minutos más y volvió el mesero “mono-idiomático” y nos dice que “no hay más espagueti a la boloñesa”…

Pedimos la cuenta. El hambre se esfumó en la bronca del momento.

Sigo sin explicación del maltrato. Quizás, no era el día de pedir “espaguetis a la boloñesa” en Bélgica… ¿habría una campaña anti-pasta y nosotros estuviéramos boicoteando sin querer ese propósito? Y peor, el pobre mesero…bruto de idiomas, bruto de modales, bruto de todo intentó advertirnos… y nosotros no entendimos la indirecta.

¿Qué culpa tenemos nosotros de que esta parte de Bélgica haya sido francesa? Entre tantas conclusiones que saqué subrayo la siguiente: pedir comida italiana en un restaurant francés es una declaración de guerra.

Nos fuimos al estacionamiento por nuestro “Bayard” y que nos lleve a los 4 a casa. No nos persigue Carlomagno…aunque tratar de cenar en Dinant raya la epopeya épica.

Y por si no quedó claro: NO LES RECOMIENDO IR A “LE CAFÉS DES ARTS”.

 

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