jueves, 29 de noviembre de 2012

Merzig, Deutschland.

Merzig
12 de agosto de 2012
El hecho de no tener televisor, ni almanaque a la vista, ni internet, o siquiera un diario (el cual entienda una palabra) le da vida a la frase “vivís en una burbuja” Seguramente, esta frase se puede extender…pero acá el perfume es a rosas, así que sólo es una burbuja.   Esto se refiere, a que casi no nos acordamos del día del niño (¡en Argentina!) ni las nenas, ni nosotros.  Por suerte, ya había teléfono y nos anoticiamos del acontecimiento.
Decidimos ir a Merzig para festejar.  Una pequeña ciudad, cuya atracción (de las principales) es una reserva de lobos.  A las chichas les encantan los animales y se nos ocurrió que podría ser divertido.

Esta vez, sin mapa y apenas con una descripción de un libro de Saarland (la región donde vivimos) nos dirigimos hacia allá. 
Llegamos antes del mediodía y la ciudad parecía estar desierta.  Inquietos por probar la nueva cámara de fotos (A los tres días de comprar la Nikon, la devolvimos.) intentamos llegar a la oficina de turismo por las indicaciones de vialidad.  Y llegamos sin problemas… a la oficina cerrada.  El domingo no se trabaja (ya es un parámetro de lo grande o no, que puede llegar a ser la ciudad).  Sin embargo, sacamos una foto al mapa enorme que estaba fuera y tratamos de guiarnos con eso.

A decir verdad, todos los  negocios estaban cerrados y los restaurants, cafés y otros similares recién abrían sus puertas.  Nuestras primeras fotos, son de la oficina de turismo, y de la “Stad Haus”.   Durante un tramo, esa calle se hace peatonal y también nos cruzamos con un city tour en bicicleta. En la Stad Haus, están marcados en el piso las direcciones de las principales ciudades y las distancias.  Por ejemplo París 320 km; Moskau 2190 km ; etc.

Continuando por la calleja, nos encontramos con un edificio (hoy perfumería) construido en el año 1907. Y llegamos a pequeños puentes de madera y metal, adornado por flores.  También hay unos cuantos patos…y en los restaurants de las orillas comienzan a llegar los primeros comensales. Gente muy mayor (muy, muy mayor!)

Nosotros tomamos más fotografías en la plaza “Gustav Regler Platz” (escritor alemán) encontrando entre sus árboles, pequeñas esculturas en vidrio.






Pasamos por un jardín de infantes (que confundimos con un edificio de departamentos) con su fachada toda vidriada, y adornado con varillas de madera…quizás fuera algún edificio ecológico de esos que alguna vez escuché nombrar.  La cosa es que cuando te acercás un poco más, ves las flores y mariposas de cartulina y las estampas de las manitos de los nenes en el vidrio. 

Entre cafés y eiscafés, encontramos un grafiti muy bueno que adorna todo un lateral del negocio.  ¡Premio y foto para eso también!

Volviendo a los edificios de cierta data, llegamos a la iglesia  y monasterio de San Peter.  A su alrededor hay jardines y las flores de los mismos son los que decoran el altar.  De tantas cosas que seguramente no me fijé en otras iglesias, esta vez me llamó la atención fue la tarima donde se hacen las lecturas, tallada en madera con la imagen de un águila, finísima.



Todo muy lindo, todo muy bello, pero nos fuimos al restaurant de enfrente…a probar una baguetes. Las chicas, pidieron lo seguro… (Aunque ya saben lo que le pasó a Seguro) es decir, jamón y queso pero adicionalmente una porción de papas fritas.  Germán, pidió una baguete de jamón, queso y ananá.  Estrellita… pidió “escalps… con lechuga y una salsa avinagrada” y recibió lo que pidió: una baguete con rodajas de salmón,  lechuga y una salsa con vinagre y pimienta. ¿Ven? Es exactamente lo que yo había pedido…no sé de qué se ríen.

Las chicas, casi que no pudieron con los sándwiches de 40 centímetros de largo… tuvimos que dar unas mordidas ahí.  Y la verdad es que estaban riquísimos, porque les habían dado un toque más de sabores.  Los panes estaban tostados, untados en manteca y quizás una pizca de azúcar.  Todo muy bueno. 
Con el estómago lleno, nos fuimos a ver lobos.  Cómo el parque está a 5 km del centro, regresamos por el auto. En el trayecto, le sacamos fotos a otra iglesia, en este caso evangélica (notamos que no están en el circuito turístico… seguimos sin saber por qué) y a una escultura de  un pequeño elefante de madera.
Antes de subir al auto, dimos una vuelta por el parque de enfrente.  Y para calmarnos un poquito nos fuimos a un spa…que no es lo que uno cree.  Es un lugar ensombrecido con muchos asientos, donde la gente se queda un rato largo quizás conversando con otros y mientras el agua salada  fluye y cae en forma de gotas de lluvia por las paredes cubiertas por una capa de cierta textura (como si fueran hojas de pino)…se supone que eso calma, reconforta, tranquiliza.  Pero como nosotros ya estábamos en ese estado de calma, confort y tranquilidad pensamos que no era necesario (…apenas pusieron un pie en el spa… estas tres criaturas se alejaron. Yo saqué foto… quiero documentar la huida.)




Hacía calor y los chiquitos jugaban en la fuente de agua…y nosotros, jugamos en los juegos! ¡Wiiiiiiiiiiiiiii!!!!!  Estrellita se subió a la calesita (esa que gira cuando le das con fuerza al volante del medio) con Germán y una de las mellizas.  La otra niña sacaba fotos.

Linda fue la sorpresa cuando después de unos minutos, el GPS nos indicó que la ruta calculada está cerrada por reparación.  Ah, Maldita!!!! Sin rendirnos todavía, decidimos hacer unos kilómetros más por la carretera esperando a que la Gallega del GPS recalculara otra ruta.  Así fue como nos fuimos unos 20 km, nos metimos en una calle de curvas y entramos a un pueblito que se terminó en un suspiro. Continuamos por la ruta y en medio del bosque asoma una escuela de tres pisos en colores anaranjados para desaparecer en la siguiente curva.  Cuarenta y tantos minutos dando vueltas para llegar al mismo punto de donde habíamos partido y con la Gallega anunciando “atención, la ruta está clausurada” o algo por el estilo.  A ver…pedazo de pelotuda…¿no podrás recalcular otra ruta?  ¿Tantas vueltas para que me digas lo mismo?  Y antes de irnos a otra parte a disfrutar de la tarde, nos arriesgamos a pedir indicaciones…quizás la niña que está en un puesto de madera en medio del cruce de las rutas sepa cómo demonios ir al parque de los lobos y además nos los pueda explicar en inglés… ja ja ja ja podemos darnos el lujo de exigir eso…y por suerte obtuvimos lo que esperábamos.  La niña nos explicó bastante bien, de la rotonda, la tercera salida y seguir derecho hasta pasar la montaña.  Era así. 

Cálmense lobitos, ya llegamos para darles la leche con mamaderas, a pasear cachorros, a bañarlos y darles las galletitas que compraremos en el parque donde nos  estarán esperando con las manos y las patas abiertas.  ¡Seguramente vamos a ver al tátara, tátara, tátara,  tátara, tátara, tátara, tátaranieto de la loba que amamantó a Rómulo y Remo! O quizás encontremos al primo del abuelo del tío del lobo feroz que se comió a Caperucita!  Quién sabe…

Pará Estrellita, ¿se te subió el salmón a la cabeza? Menos mal que mis hipótesis no las compartí con la familia en ese entonces, porque quizás hubieran cambiado el rumbo al hospital psiquiátrico…
¡Qué galletitas ni ocho cuartos!  Nos encontramos con un bosque a excepción de los alambrados con miradores desde donde se podían apreciar a los lobos a una distancia más que prudente.  Deberíamos haber traído binoculares.  Las torres y los alambrados nos hicieron acordar a Parque Jurásico.  Nadie en la puerta…la entrada es gratuita.  No hay tienda de recuerdos, ni helados para comprar…así que, vayamos a ver a los lobos.

Además de parque de lobos es un circuito para caminar, hay mucha gente caminando por ahí. Y el otro detalle es que también va mucha gente con sus perritos a pasear.
Los primeros lobos que vimos eran blancos.  Y los que vimos desde la torre eran negros.  Mientras nos dirigíamos a la segunda torre para seguir nuestra excursión de pronto escuchamos los aullidos.  Diferentes manadas comunicándose . Y decir que eran las 4 de la tarde porque a la noche…el alambrado no me daría tanta seguridad.  Fueron unos 15 o 20 minutos de aullidos entre los árboles…casi sin distinguirlos.  Pensando que si no estuviéramos en el mirador, no sabríamos por donde vendrían.

Igualmente, sacamos unas fotos y grabamos unos aullidos.  Se me ocurre que quizás huelen (además de percibirnos a nosotros) a sus primos domesticados que pasean junto a sus dueños con un collar en el cuello.  En este caso, no sé si los perros disfrutan tanto el paseo… sabiendo que los lobos están del otro lado del alambrado.

Casi cuando se termina el parque, hay un puesto con una sombrilla donde compramos unas postales de lobos.  Por último, tratamos de ver a los lobos de Siberia pero no hubo caso…hacía mucho calor y los animalitos trataban de estar lo más frescos posibles.  Eso significa, estar a la sombra de un árbol, arbusto o lo que fuera.  Era muy difícil verlos así.

Saliendo del parque, uno de los lobos (uno bien oscuro) estuvo mucho tiempo mirando a los visitantes.  Nos dejó sacarle fotos, y después se marchó nuevamente tan silencioso como cuando llegó.

Germán  se fue contento porque encontramos el parque, yo me fui contenta porque compré postales, las nenas contentas porque vieron los lobos y todos jugamos en el bosque donde los lobos están.











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