miércoles, 28 de noviembre de 2012

Kaiserlautern, Deutschland

Kaiserslautern
28 de julio de 2012
Este sábado, partimos a esta linda ciudad ubicada a menos de 100 km de donde vivimos.   Nos quedamos en Alemania en este caso.  Y, a pesar de las nubes negras, esta ciudad nos dio una sorpresa, ya que en la oficina de turismo contaban con mapas en español.  Yo estaba chocha con mapa y postales. 
La primera iglesia que vimos fue “La Colegiata”, es parroquial protestante y está considerada como exponente del gótico tardío en el suroeste de Alemania.  La nave principal se comenzó a construir a inicios del siglo XIV. 

La fuente Schöner Brunnen delante de la Colegiata se menciona por primera vez en 1571.  A principios del siglo XVIII se  le adjuntó una pieza que muestra el escudo de la ciudad, el águila imperial como símbolo de la libertad imperial y el león como signo de la soberanía nacional.
Haciendo un zigzag nos encontramos con el Restaurante Spinnrädt, es un restaurant histórico del año 1740 y es la única casa de paredes entramadas que se conserva en la ciudad.

Luego pasamos por una fuente, donde vemos en un poste la dirección a seguir para ir a otros países.  En representación Sudamericana estaba Paraguay.
Y de ahí, a La Sala de Frutas, edificada en el estilo renacentista por el arquitecto August vos Voit entre 1843 y 1846, imitando el Palacio Medici en Florencia y sirvió como mercado.  En 1849 tuvo aquí su sede el gobierno revolucionario palatino.  En la sala de fiestas tienen lugar hoy conciertos y grandes eventos sociales. (¿Se nota que tengo mapa en español? ¡Je!)


Antes de que se largara a llover, también sacamos fotos a unas esculturas de peces, esta ciudad cuenta con un jardín japonés parece que está muy ligada a esta cultura.


Muy cerca, están las ruinas del Palacio Imperial edificado después de 1152 por orden del emperador Federico I, más conocido por el nombre de Barbarroja.
Después visitamos El Nuevo Teatro Palatino (todo en 2 o 3 manzanas).  Es un edificio de piedra arenisca del Nuevo Teatro Palatino, flanqueado por dos máscaras de mármol de Carrara.  La máscara delantera simboliza el rey africano y la trasera, el ángel caído (foto con Germán).  Durante las obras se encontraron en las excavaciones, partes de la vieja muralla de la ciudad y restos de un poblado neolítico, hecho que hacen referencia  a la historia de 6000 años de los habitantes de la ciudad.
Y las nubes dijeron “hasta acá llegan ustedes…vayan a almorzar”.  Y fuimos, a un restaurant italiano, en esta oportunidad.
Italia tiene linda música, no sé por qué la selección de temas del restaurante era de terror.  Temas de los 80’ cantados por…nadie que yo conozca.  Por suerte la comida estaba bárbara.  Al contrario de los franceses, los platos italianos se caracterizan por la abundancia.  Fue así, como las porciones “normales” eran “enormes” en términos de estómagos nuestros. German pidió canelones, esos vinieron en la porción justa, aunque estaban rellenos con carne (quizás es común acá, pero generalmente esperamos que sean de verdura.) muy ricos, según el comensal.  Las nenas, milanesa con queso y papas fritas (en algunos platos, ya vienen incluidas la porción de papas o de lechuga… ¡no aclaran que vienen las dos cosas!), previa ensalada (un plato entero) de lechuga, pepino y tomate.  ¿Y Estrellita?  Una pizza Sirena, es decir, mozzarella, jamón cocido y champiñones, eso sí: pequeña;  en términos italianos es, 8 porciones… Germán me tuvo que ayudar con una porción, y también comió un pedacito de milanesa de las nenas, igual sobró.

Decir que con lo que nos faltaba por recorrer, estaba segura de poder bajar todo eso.
Ya con las nubes en retirada, visitamos La Pequeña Iglesia, en la amplia Plaza de la Unión en Rittersberg fue edificada entre 1711 y 1717 por la parroquia luterana.  Hoy es una iglesia preferida para celebrar bodas.
Luego, llegamos a la Plaza San Martín y nos sacamos fotos en la fuente.  También se construyó una columna, “Spoliensäule” donde se pueden ver elementos arquitectónicos de seis siglos de historia de la ciudad. 




Después, visitamos la Iglesia San Martin (hoy católica), edificada a principios del siglo XIV como convento franciscano, se amplió ya en el siglo XV.  El techo barroco del interior es del siglo XVIII.

Y caminando, caminando, llegamos a la Finca Wadgasserhof hogar del conde palatino Ludwig Philipp en 1619.  Más tarde fue el domicilio  de la viuda María Eleonores, princesa de Lautern y esposa del conde palatino… No hay folleto que diga cómo se murió el conde, sin embargo la viuda guardó el coche fúnebre en la finca… ¿capaz que pensaba usarlo otra vez? ¡Ja ja ja!



Lo que sigue es humorístico, y con cierta ausencia de buen gusto.  Aunque en Alemania hay gustos para todos y todas.
Llegamos  a una fuente muy rara. Construida en los 90’ (¡del siglo XX!)  Digamos que es un juego de metal, agua y animales grotescos y groseros (quizás).  Los orificios por donde sale el líquido, podría decirse que son… ¿los habituales?  Igualmente, eso no es lo más raro de esta ciudad…

De allí, nos fuimos a la Galería Palatina, construido en 1875 a 1880 al estilo neo-renacentista donde se encuentran piezas de arte moderno y también de los siglos anteriores.  ¡¡¡¡Estrellita quería entrar!!!!  Así que Germancito pagó el boleto familiar de € 10.  Miramos arte por una hora más o menos.  Me siguen gustando los realistas…hay cuadros que parecen fotos, tanto detalle impresiona.
Y ya, sin pausa nos fuimos al “Jardín Japonés”. Otros €14 (Wiiiiiiiiiiii!!!) nos sacamos fotos en el jardín Zen, y en casi todo el lugar.  Hay estanques por todos lados, y las plantas  están muy lindas.  Y por supuesto, hay peces.  Y ahí se quedaron las nenas, mirando los peces y acariciaron unos cuantos.    Uno de los más grandes (medio metro, tranquilamente) era muy amistoso, y se dejaba acariciar como si fuera un perrito.  Incluso, algunos daban pequeños saltos. 



Yo estaba tratando de descansar los pies, cuando de pronto hizo su aparición una pareja de recién casados.  Ella, una rubia flaca y alta…él un alemán común y silvestre.  Con su corte, conformada por la fotógrafa, una cuñada/hermana/amiga que cuidaba un bebé y otro cuñado/amigo/hermano que vendría a hacer del chofer.  Estaban contentos sacándose fotos en el estanque de peces, por lo que las nenas tuvieron que correrse de ahí por un rato.  Aunque yo me quedé mirando el vestido (obvio) que no podía ser de otro color que GRIS.  ¿Cómo??? ¿¿¿Gris??? ¿Ni blanco, ni tiza, ni manteca, ni cremita, ni blanco viejo, ni hueso, ni  talco, ni nada de eso?  Era un vestido como de Cenicienta, con velo gris y todo…y detalles ¡¡¡PLATEADOS!!! Por favor, ¡¡¡fashion Police, tenemos una emergencia!!! Hasta algún alambre tenía por allá abajo, porque cuando levantaba el vestido se notaba como un armazón.  ¿Sería una boda temática?  Y me quedé corta, estaba contando que se sacaban fotos en el estanque de los peces, por lo que ella levantó el vestido para ir de piedra en piedra hasta el medio del estanque…con sus zapatitos ROSA CHICLE y tacazos de 10 cm.  ¡¡¡Por favor!!!! Cuando sea vieja y vea esas fotos, se preguntará ¿qué habré fumado ese día?
Hasta tengo chisme para contar, pensaba. Pero eso, tampoco fue lo más raro…

 
 
Volviendo a la centro de la ciudad, nos encontramos con una fachada de un edificio, que pudiera pasar desapercibido si uno no se detiene a mirarlo por completo.  En todo su frente hay referencias a la muerte.  Desde la azotea, hay una personificación de la muerte con su víctima. Y murales pintados aludiendo a la muerte, y también citas de autores famosos hablando de este tema…eso fue lo más extraño visto hasta ahora.

Pero nos quedaron piernas para algo más, ya que desde ahí, divisamos una cúpula de una iglesia que no está en el itinerario de turismo.  Nos pareció misterioso y decidimos ir a ver.  Se trata de una iglesia llamada “Protestantkirche Apostelkirche Laiserlautern” que estaba cerrada al público.  ¿Será que no quieren visitas turísticas?  Cuantas incógnitas…


Ahora sí, pasadas las 6 y pico nos despedimos de esta ciudad medio loca.










No hay comentarios:

Publicar un comentario