lunes, 26 de noviembre de 2012

"Finas hierbas"

Finas hierbas
Julio de 2012
Para el jueves, de nuestra primera semana en Saarbrücken, ya no quedaba casi nada de los productos que habíamos comprado el sábado.  Así que  hicimos una listita y nos fuimos al almacén de la esquina a comprar.  Entre los productos, escribí té.  Hacía varios días que estaba abstemia.  Sin mate, té o café le faltaba algo a mis manos a media mañana.  Decidí poner fin al sufrimiento y me fui a la góndola de té. 
Sara tomó una caja roja que decía “Klassik”.  Se me ocurrió que no había cruzado un océano para tomar “té K” y que tampoco era tan divertido como primera ocasión escoger  el té común.  Por eso le dije a mi hija que prefería el de la caja verde: el té de menta. Volvimos con las papas, el jugo, las galletitas, los medallones de pescado y el té.  
Después del almuerzo, tomé la caja de té, la abrí y…no era el aroma característico de la menta.  Tomé el diccionario mientras ponía a calentar agua.  Pensando que la palabra escrita en letras más grandes podría ser  la marca del producto, decidí buscar las palabras escritas debajo: “Mischung” y “fein-würzig”.  Resultó ser, que la primera palabra es “mezcla” y el otro par “finas hierbas”.  Seguía sin descubrir qué variedad había comprado.  Entonces, volví mi atención a la palabra de letras más grande: “Brennnessel”.  ¿Eran necesarias tres enes? Mmm  Decidí buscar en el diccionario, quizás a manera de desafío para el pequeño Larousse.  Y para mi sorpresa, ahí estaba: ortiga.
¡Ortiga! ¿O sea, que me cruzo hasta acá para venir a tomar un yuyo que crece en el fondo de mi casa? Ciertamente, la hoja de ortiga es muy parecida a la hojita de menta.  Pero eso no fue todo.  A esta altura, el agua hervía.  Coloqué el saquito en la taza y le volqué el agua.  Debía esperar seis minutos.  Mientras me dediqué a inspeccionar la parte de atrás del sobrecito, ya que en la caja decía “finas hierbas”, seguramente habría otra más. 
Por supuesto que me encontré con un conjunto de letras agrupadas, pongámosle palabras, indicándome lo que pudiera contener el saco de té.  Primero: “Brennnessel” que es ortiga, como todos sabemos a estas alturas.  Segundo: “Brombeerblätter” se trata de hojas de zarzamora.  Creo que alguna vez escuché de este fruto, pero no lo tengo muy identificado.  Tercero: “Süβholzwurzeln” ¡ajá! Esta era buena…hay tres palabras (que forman una) y ya estaba listo mi té.  Me puse a buscar rápidamente y me encontré con “dulce”, “madera”, “raíz” (¿qué?, what?, was?!!!)  Y maldije en todos los idiomas que conocí.  ¿Tomo árbol ahora?  ¿Qué será lo próximo, té de papas? Todavía faltaba una palabra más: “Fenchel” ¡Que no sea aserrín! ¡Aserrín de un mueble viejo de estilo francés! No, la palabra era muy corta para decir todo eso…pero desde la w (la última palabra buscada) hasta la f se me pasaron esas cosas por la cabeza.  Todo terminó, cuando leí: hinojo. 
Ahí me quedé, con mi té de ortiga-zarzamora-raíz dulce-hinojo humeante.  Eso sí, de lejos parece de menta.

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