martes, 25 de febrero de 2014

Barcelona navideña.


Barcelona navideña

25 de diciembre de 2013

 

Para aquellos que no lo saben, será la segunda y última Navidad nuestra por Europa. Si bien los relatos de los viajes no tienen un hilo que los una, a menos que consideren que la que cuenta siempre soy yo (en sus variadas personalidades).

Intentando hacer cosas originales para disfrutar de los últimos meses, decidimos emprender otro viaje importante aprovechando las vacaciones que se dan entre fiestas. Así que, será nuestra primera vez que la Navidad la transitaremos en las rutas alemanas, francesas y españolas finalmente.

¿Y qué les puedo regalar yo a ustedes? Bueno… aquí un minicuento.

 
Lo primero que se me ocurre contarles es sobre el entusiasmo de ir a un país donde se hable español… Aunque los primeros letreros informativos nos hablaran en catalán.

Ya teníamos cierta información sobre el idioma catalán. Que se hablaba fluidamente en las calles y sobre el conflicto que existe en la región con sus estallidos independentistas.  Aunque, cuando uno lee esas noticias (a los argentinos también nos pasa) que llegan desde lejos, pareciera que no es “tan” seria la cosa.

Tremenda sorpresa para nosotros, será amanecer el 26 de diciembre y descubrir que el catalán está más que instalado en la gente… es esa definición de nación que alguna vez estudié en la secundaria  cuando me hablaban de la diferencia con la república… Encontramos gran parte de los letreros viales e indicativos de dirección escritos en catalán, también en los museos y monumentos como primer idioma. Por supuesto, las publicidades también escritas en ese idioma. Es muy parecido al español, debo decirles. Aunque una cosa es leerlo despacio y otra muy distinta es escucharlo hablar fluido. Ni pensar en responder.

Pero la sorpresa más grande no es esa… la idea de separación o de identidad es tan profunda que nuestro “español porteño” nos pinta como extranjeros  de un país lejano, de aquel que se tienen noticias y también se cree que las cosas tampoco son para tanto… Nos transformamos en turistas conocedores del español. Y para evitar las confusiones del caso, ante nuestras preguntas… nos contestaron en inglés un par de veces.  

Puede parecer gracioso al principio o quizás, escandaloso… Es claro que el comercio impone el idioma para dirigirse al turista… nosotros, que no queríamos serlo, volvimos a responder en español invocando una familiaridad cada vez más lejana.  

¡Feliz Navidad para todis!

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