viernes, 15 de febrero de 2013

Venecia, Italia. 1° Parte


Venecia

10, 11 y 12 de febrero de 2013

Domingo 10 de febrero: Objetivo Venecia.

Hace más de un mes pensamos,  mi esposo y yo acerca del fin de semana de Carnaval. Y estando en Europa…elegimos el carnaval “más romántico del mundo”…porque el “mais grande du mundo” no está en este continente. 

Planeamos este viaje, pensado que ya no seríamos ciudadanos de a pie, pero se nos pasó enero y no logramos obtener la licencia de conducir.  Nos vimos en la situación de llegar al aeropuerto de Frankfurt Hahn a 100 kilómetros de nuestro hogar por transporte público. A las 11 de la mañana del domingo, comenzó nuestra travesía para llegar al aeropuerto y tomar el vuelo de las 15.30 horas.

Empezamos por el colectivo (Bus) para llegar a la estación de tren.  En la estación de trenes de Saarbrücken llegamos con 10 minutos de anticipación para tomar el tren…que ya estaba en la plataforma listo para partir a las 11.49 horas. Este no es un tren de alta velocidad, es uno regional. Sin embargo el “quetren, quetren” no se escucha…es sólo en mi cabeza que se repite, casi como un trauma que no te abandona.  Como diría el Nano, “son esas pequeñas cosas”.

Nuestro viaje llegó a su fin en la estación de Neubrücke donde nos aguardaba nuestro compañero y buen amigo Frank. Él, que sí tiene licencia para manejar, nos llevó en el último tramo hasta el aeropuerto y llegamos con las dos horas previas de rigor. Frank nos cuenta, que este este aeropuerto comenzó teniendo una función militar sirviendo a la base  norteamericana durante la ocupación posterior a la 2° Guerra Mundial.  Cuando se desocupó la base, el aeropuerto quedó abandonado provocando una caída de la economía del lugar. Entonces, se decidió reactivarlo como aeropuerto civil para vuelos cortos.  Utilizado en su mayoría por vuelos de Raynair.

 Otra experiencia que sumamos, son los vuelos de bajo costo. Para que se den una idea de lo barato que es volar por este tipo de aerolínea, un pasaje de Lufthansa equivale a 4 pasajes de Raynair al mismo lugar.  Claro, hay diferencias desde el tipo de aeropuerto hasta el servicio de abordo pero tratándose de un viaje de una hora, todo es relativo.  

En una línea aérea de bajo costo, cualquier beneficio es un extra y eso se paga.  Por ejemplo, dependiendo del peso y tamaño del equipaje, uno puede pagar más o menos euros o incluso nada si la valija pesa menos de 10 kilos y su tamaño es pequeño ya que se puede optar por llevarlo consigo en la cabina. Sólo se permite un solo equipaje por persona para estos casos.  Otra manera de ahorrar dinero es omitir la selección de asientos.  Se pueden  ahorrar 10 euros por pasaje si nos sentamos en los asientos que quedan vacíos sin reserva.  Esta última opción es muy usual. 


Siendo el viaje tan corto, y sabiendo que estaríamos “desparramados” en el avión, preferimos entrar últimos en la fila.  No teníamos ganas de hacer cola y esperar de pie hasta llegado el momento del embarque.

Hay varias personas, que no entienden el concepto de fila.  Y eso nos llamó la atención. Es decir: se cuelan. Sin ningún problema ni complejo, se levantan del asiento y simplemente se meten delante de uno, en mitad de la…fila sin que nadie diga algo o se queje. Nosotros no estamos acostumbrados a colarnos ni tampoco a sufrir este tipo de situación. Por lo tanto esperamos al final.

Debemos caminar unos cuantos metros hasta el avión.  Veo un avión con joroba. Mi esposo me dice que es  un Jumbo modificado para llevar partes de otros aviones. 
Jumbo

Por fin arriba del avión, nos encontramos con dos filas de tres asientos a cada lado. Estamos en un Boing 737.  Los asientos no se reclinan, ni hay pantallas para ver algo, ni tampoco auriculares.  Una vez que todos estamos sentados, se oye por el alta voz al capitán y se enciende la luz para abrocharse el cinturón.
Boing 737

Al poco tiempo del despegue, la tripulación nos da la bienvenida y un auxiliar comienza a leernos en inglés las instrucciones en caso de emergencia. A la vez, otros tres auxiliares se ubican en el pasillo y comienzan a hacer la mímica de lo que se escucha por el parlante.

Entonces, vemos cómo se debe colocar el salvavidas, la máscara de oxígeno y también nos indican las salidas de emergencia. No habrá tele…pero hay función de mimos.

Con la señal de abróchese el cinturón apagada y sin el auxilio de un MP3, tenía tres opciones: cerrar los ojos por el resto de los 45 minutos de vuelo; mirar al frente y releer las instrucciones de emergencia pegadas en el asiento o…mirar qué hacen los demás.

Empecé por la tercera. De pronto, la gente se levantaba de sus asientos.  Algunos para ir al baño, otros para abrir sus valijas y sacar todo tipo de cosas: galletitas, frutas, bebidas, etc.  Otros leían. ¡Menos mal que el vuelo dura una hora! Se levantaban los de la ventana, los del medio, los del pasillo…todo era un quilombo. Sufriendo los efectos de la altura,  de pronto, me vi en el micro Almirante Brown que va a la costa Atlántica…era eso o el día de la primavera, porque parecía como si todos estuvieran de picnic.

Ante esta situación, opté por la opción primera y cerré los ojos. Duró poco mi siesta, porque en el alta voz se escuchan nuevamente algunos anuncios.  Nos invitan a comprar bebidas y refrigerios…nada es gratis por aquí.  Como dije antes, todo beneficio o servicio es un extra.

Y sin muchos preámbulos también escucho que se venden billetes de lotería…ahí abrí los ojos. Porque temí sufrir otro ataque…uno que me lleve al pasado y encontrarme en el tren San Martín (mis respetos al General) donde venden billetes de la Lotería La Solidaria.

¡Sea bueno y compre el billete de lotería! ¡Puede ganar hasta un billón de euros! ¡Ayude a construir hospitales para los niños! ¡Compre un billete por dos euros o diez por siete! ¡No se olvide que también contamos  con el free shop abordo! ¡Compre el perfume de Lady Gaga! ¡Tenemos cigarrillos, veinte unidades por seis euros! Un anuncio tras otro, en inglés, en italiano y en alemán…es tan lindo entenderlos en tres idiomas…

¡Cállense, cállense, que me desesperan! Diría Quico, si estuviera sentado a mi lado. Pero no tenía a Quico…en su lugar había una pareja de enamorados. Qué demostrativos son… ¡Pará Estrellita! ¿Tenés algún problema con eso?  No, Estrellita no tiene ningún problema moral…más bien era un problema limítrofe.  Digamos que Estrellita estaba muy cerca de la frontera… No vendían anteojeras en este vuelo. ¡Hubiera dado todos los euros que tenía en la cartera! ¡Hubiera entregado el pasaporte, con tal de conseguir una! A ver Gucci, Dior, Ralph Laren…hagan anteojeras para el free shop, porque Estrellita necesita.

¿Y Estrellita, por qué mirabas tanto? ¿No había otro lado para dónde mirar?  ¡Es que no entendés nada vos! Por la ventana del avión se veían los Alpes nevados. Por suerte, los enamorados acabaron…de besarse y él se hundió…en el regazo de ella para dormitar un rato. Mientras ella, ojeaba una revista…y los Alpes ahí, dibujados.  Estrellita no podía evitar ver las montañas. 

También me imagino a Heidi, al abuelito, a Pedro y sus cientos de cabritas saltando por los Alpes. Pero…Heidi es un cuento suizo. ¿No sería mejor, imaginarse algo más italiano, como “Pinocho”,  “Romeo y Julieta”, “Las tortugas ninja” o el “Topo Gigio”? Bueno, mi paciencia tiene un límite…si yo quiero imaginarme a la “piccola Heidi, al nonno y al piccolo Pedro con le sue capre” me los imagino y listo.  ¡Vaffanculo!

La señal de abrocharse el cinturón se ha encendido.  Estamos llegando al aeropuerto de Treviso, Italia.

Aeropuerto de Treviso, Italia.
 

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