miércoles, 6 de marzo de 2013

Frankfurt, Deutschland 1/3


Frankfurt

03 de marzo de 2013

Durante la semana, estuvimos pensando nuestro próximo destino.  Entre ciudades más pequeñas y una bien moderna e imponente, elegimos a Frankfurt. Ya estuvimos dos veces…pero en el aeropuerto internacional que está en las afueras. 

Para estrenar la licencia de conducir nos esperan dos horas de autopistas.  Hoy buscamos casas “históricas”, calle de la sidra y también edificios vidriados altos y luminosos. ¿Podrán convivir el siglo XVIII, XIX, XX y XXI? Ya veremos.

Después de dos vueltas a la manzana hasta hallar la entrada al estacionamiento del teatro, nos adentramos en el subsuelo de Frankfurt y por fin llegar a la máquina expendedora de tickets.  Y como esperábamos un ticket, sorpresa fue cuando recibimos una ficha roja. ¿Y esto?  ¿Se canjea en alguna parte? ¿Se mete en alguna otra máquina a cambio de un tickets?  ¿Se mete en el bolsillo? Hagamos una protesta: ¡Tickets sí, fichas no! Ay Estrellita... ¿Te tengo que hacer una trasfusión de sangre?  Ya sabemos de tu condición, de argentina, pero acá la gente no arma protestas por estas cosas… ¿Y si mejor tratamos de buscarle la lógica a la ficha?  Con tantas cosas por visitar “arriba” (estamos en el subsuelo, no olvidemos), metamos la ficha en el bolsillo y a la vuelta veremos.


Ya estamos con los pies en la tierra. Y nuestra primera vista es el río Main y el parque Niza.  El recorrido es agradable. Estamos en invierno y los árboles dan cuenta de eso.  A pesar del frío, es un día soleado.
Parque Niza

Entre los paisajes, vemos un salpicado de edificios bajos y aspecto antiguo en la ribera del río y otro tipo de estructuras más modernas en el centro de la ciudad.  La postal que combina ambas expresiones de la arquitectura habla de una ciudad futurista y excéntrica.
Río Main
La ciudad futurista y excéntrica
 

Cruzamos el río porque nuestro primer punto de interés tiene que ver con el mercado de pulgas que se extiende en el parque a orillas del río y la calle de los museos. (El mercado de pulgas no estaba.)

Al otro lado, nos encontramos con el Instituto de Arte y Galería Municipal Städel. Incluye obras de  los siglos XIV al  XX. Un dato interesante, es que durante los años treinta, los Nacional Socialistas consideraban a las obras como “arte degenerado”  y  confiscaron varios cuadros y láminas.  Como otros edificios de la ciudad, sufrió daños severos durante la 2° Guerra Mundial. Fue reconstruido en 1966. ¿Pero quiénes eran los “degenerados” Estrellita?  ¡Ah! Los mismos de siempre Beckmann, Cranach entre otros… Un día se es  “generador de arte” y al otro se convierte en  “arte degenerado”. Fue una horrible realidad.
Arte y Galería Municipal Städel

Desde aquí, podemos tener una idea de la ciudad futurista y excéntrica como dije antes.
Ciudad futurista y excéntrica

También pasamos por el frente del Museo de Arquitectura y el Museo de Filmes.
Museo de arquitectura

Museo de filmes

Nos dirigimos a la calle de la sidra. Porque Frankfurt es conocida por su tradición de machacar manzanas.

Durante el camino sacamos fotos a las fachadas de los comercios. Entre tantas imágenes, está la Oppenheimer Platz.
Oppenheimer Platz

De lejos, vemos la St. María Kirche, construida en 1182 y funcionó primero como hospital. Le dimos la vuelta a la manzana y pudimos ver la “parte trasera” de la iglesia.
St María Kirche

Llegamos a la zona alcohólica, y parece que muy temprano. A las 12.30 horas, los bares están cerrados. Por relatos anteriores, sabrán de mi poca (para no decir ninguna) cultura alcohólica. Podría decirse que el mejor momento en que puede pasear una familia con niñas y niños es ese.  ¿Un detalle? Los nombres de varios bares son latinos. Vimos negocios de Colombia, España, otros que hacen alusión al Caribe, a la salsa y otros ritmos americanos.

¿Y las manzanas dónde están? En el piso, entre los adoquines, encontramos manzanas.  La apertura de los bares es a partir de las 14 horas o más tarde y se extienden hasta las 23 horas aproximadamente.
Las manzanas en la zona de bares
 

¡Alto! ¡Alto! ¿¡Qué es eso en el fondo?! ¿Una sede del partido justicialista? ¿Una sede del Racing Club de Avellaneda? Ese celeste y blanco me suena, me suena…nos atrae como si fuera un imán.  Y con el sol en el medio no nos queda ninguna duda: estamos ante un negocio de recuerdos en medio de Mar del Plata. ¡No Estrellita!- ¿No? ¿No se mudó  la feria de Mataderos? ¡Pero por favor, Estrellita! ¿Seguro que no tomaste sidra?  Estamos frente a un negocio de “Argentinische Spezialitäten”
“Argentinische Spezialitäten”

Cruzamos la calle raudamente, eso sí, miramos a ambos lados.  Y con la ñata contra el vidrio mirábamos como si se tratara de tesoros traídos del lejano…occidente. ¿Y desde cuándo el dulce de batata Orieta es “lo más”? Y…desde que vivo acá…diría hasta que el alfajor “Fulbito” es lo más rico que hay! Un vidrio de por medio y un horario recontra inconveniente (13.30 a 17.15 horas) nos separaba de Los Havanna, las yerbas, el dulce de batata, algunos vinos, dulce de membrillo, el dulce de leche Salamandra y otras cosas argentinas.   El restaurant contiguo (supongo que es el mismo dueño argentino) tenía un horario más accesible, después de las 18 horas está abierto.  Con la ilusión de comer empanadas, seguimos nuestro recorrido. Nos quedaríamos hasta la noche y nuestra misión será: comer banana con dulce de leche de postre o flan casero, depende.

Nuestro viaje continuó por la zona de los bares, sacando fotos a los más pintorescos o con fachadas de la época medieval.
Bar de la época medieval

Salimos de allí y nos dirigimos a nuestra primera iglesia: Dreikönigskirche del año 1340, protestante.
Dreikönigskirche

Interior de Dreikönigskirche

Al salir de Dreikönigskirche y vemos el Puente de Hierro que cruzaremos para llegar al casco histórico.  Se puede observar la torre de la Catedral San Bartolomé y también desde el puente, le sacamos la foto a Dreikönigskirche, así se aprecia mejor.
Puente de hierro.
La Dreikönigskirche, vista desde el puente de hierro.

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