Innsbruck, Austria
24 y 25 de marzo de
2013
Con el principado de
Liechtenstein atrás, ingresamos a la atrayente Austria. No voy a retomar mi reflexión sobre los
peajes, pero en el caso de Austria se paga una tarifa global y por utilizar
determinados caminos, también se paga una suma fija. Estamos transitando por
las montañas y atravesamos muchos túneles. Algunos son muy largos. Al principio, nos parecen divertidos…pero
después de diez túneles…se torna monótono. Hay túneles de 8.1 kilómetros de
longitud… Una frase que repetimos entre túnel y túnel fue: ¡“apurate a sacar la
foto, porque viene otro túnel”!
¡Dale, que viene otro túnel! |
"fotos desde el auto" |
La noche nos toma entre las
montañas, de pronto…los gigantes no se ven.
ya no podemos sacar fotos... |
Llegamos al hotel Bistro’s
alrededor de las 20 horas. Sin embargo, todavía había que cenar. Siendo
domingo, le preguntamos al señor del hotel dónde podíamos ir. Nos recomendó un
restaurant llamado Kaiserstuben.
Habitación de nuestro hotel |
A pesar de estar a seis cuadras
del hotel, Estrellita insistió a Germán que fuéramos en auto, ya había pasado
mucho frío durante el día… Germán refunfuñó un poquito, porque ya había
manejado mucho, pero Estrellita rompió, rompió y rompió. Dejamos el auto
estacionado en la calle a una cuadra y media del lugar.
Otra foto de nuestra habitación |
En Austria, los precios son muy
parecidos a Alemania, es decir, razonables para nuestro bolsillo. La cena fue abundante y muy rica también.
Estábamos más que satisfechos y
volvimos hasta el auto con cierto grado de dificultad y lentitud. Y al encender
el auto…mi esposo comienza a putear, algo no está bien. Y yo miro al frente y noto algo oscuro…falta
algo… ¿Se robaron el pasacasete??? Juro
que me salió del alma esa frase. Aclaro…el auto nunca tuvo “pasacasete”… Aunque no me di cuenta de lo que faltaba…era
evidente que faltaba algo: la pantalla del GPS no estaba iluminada y era lo más
parecido a un agujero negro…estábamos perdidos.
¡A sólo seis cuadras del hotel!
Pero no eran seis cuadras de las que puedan imaginar ustedes…hay un río,
diagonales, calles de dirección única y con rieles…además de las muralla
antigua de la ciudad. Empezamos a dar vueltas, entre un rosario de
lamentaciones e improperios y también agradecidos de haber tomado el mapa que
el señor del hotel nos entregó al
marcarnos el camino del restaurant. Eso era todo lo que teníamos para
llegar. ¿Y un teléfono del hotel? No, lo dejamos en la habitación…
Tomé el mapa, llegó la hora de
ejercer como “copiloto”…me sentía como si fuera parte de la reserva militar y
ya era el momento de actuar. Volvamos,
al “viejo estilo”. Después de más de media hora…pudimos llegar al hotel. Llegamos muy nerviosos, muy cansados y con la
cena al cuello…y un problema que demandará acciones concretas para encarar
nuestro viaje.
Alguna vez, escuché un cuento de
Jorge Bucay que hablaba de un señor que al llegar a su casa, “colgaba sus
problemas” en la puerta, sobre una higuera (o era otro árbol) y al llegar la
mañana, él decía, que algunos problemas ya no estaban… Entonces, vuelve a
“descolgar los problemas” que quedan y empieza su día. Yo me acordé de ese
cuento, y decidí esa noche, no pensar más en la pantalla del GPS.
Al día siguiente, bajamos a
desayunar y Germán se fue a ver el auto. Volvió muy tranquilo hasta el
desayunador: el GPS anda otra vez, me dijo.
Nos comimos el pan con mermelada más rico que pudiera hornearse esa
mañana.
En cuanto al hotel Bistro’s,
reservamos dos habitaciones y lo que tiene de particular es el baño: viene pre
armado… todo en una sola pieza.
El baño |
y la ducha. |
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