sábado, 6 de abril de 2013

Innsbruck, Austria. Parte 1/2


Innsbruck, Austria


 

24 y 25 de marzo de 2013

Con el principado de Liechtenstein atrás, ingresamos a la atrayente Austria.  No voy a retomar mi reflexión sobre los peajes, pero en el caso de Austria se paga una tarifa global y por utilizar determinados caminos, también se paga una suma fija. Estamos transitando por las montañas y atravesamos muchos túneles. Algunos son muy largos.  Al principio, nos parecen divertidos…pero después de diez túneles…se torna monótono. Hay túneles de 8.1 kilómetros de longitud… Una frase que repetimos entre túnel y túnel fue: ¡“apurate a sacar la foto, porque viene otro túnel”!
¡Dale, que viene otro túnel!
"fotos desde el auto"


La noche nos toma entre las montañas, de pronto…los gigantes no se ven.
ya no podemos sacar fotos...

Llegamos al hotel Bistro’s alrededor de las 20 horas. Sin embargo, todavía había que cenar. Siendo domingo, le preguntamos al señor del hotel dónde podíamos ir. Nos recomendó un restaurant llamado Kaiserstuben.
Habitación de nuestro hotel

A pesar de estar a seis cuadras del hotel, Estrellita insistió a Germán que fuéramos en auto, ya había pasado mucho frío durante el día… Germán refunfuñó un poquito, porque ya había manejado mucho, pero Estrellita rompió, rompió y rompió. Dejamos el auto estacionado en la calle a una cuadra y media del lugar.
Otra foto de nuestra habitación

En Austria, los precios son muy parecidos a Alemania, es decir, razonables para nuestro bolsillo.  La cena fue abundante y muy rica también.

Estábamos más que satisfechos y volvimos hasta el auto con cierto grado de dificultad y lentitud. Y al encender el auto…mi esposo comienza a putear, algo no está bien.  Y yo miro al frente y noto algo oscuro…falta algo… ¿Se robaron el pasacasete???  Juro que me salió del alma esa frase. Aclaro…el auto nunca tuvo “pasacasete”…  Aunque no me di cuenta de lo que faltaba…era evidente que faltaba algo: la pantalla del GPS no estaba iluminada y era lo más parecido a un agujero negro…estábamos perdidos.

¡A sólo seis cuadras del hotel! Pero no eran seis cuadras de las que puedan imaginar ustedes…hay un río, diagonales, calles de dirección única y con rieles…además de las muralla antigua de la ciudad.  Empezamos  a dar vueltas, entre un rosario de lamentaciones e improperios y también agradecidos de haber tomado el mapa que el señor del hotel nos entregó al  marcarnos el camino del restaurant. Eso era todo lo que teníamos para llegar. ¿Y un teléfono del hotel? No, lo dejamos en la habitación…

Tomé el mapa, llegó la hora de ejercer como “copiloto”…me sentía como si fuera parte de la reserva militar y ya era el momento de actuar.  Volvamos, al “viejo estilo”. Después de más de media hora…pudimos llegar al hotel.  Llegamos muy nerviosos, muy cansados y con la cena al cuello…y un problema que demandará acciones concretas para encarar nuestro viaje. 

Alguna vez, escuché un cuento de Jorge Bucay que hablaba de un señor que al llegar a su casa, “colgaba sus problemas” en la puerta, sobre una higuera (o era otro árbol) y al llegar la mañana, él decía, que algunos problemas ya no estaban… Entonces, vuelve a “descolgar los problemas” que quedan y empieza su día. Yo me acordé de ese cuento, y decidí esa noche, no pensar más en la pantalla del GPS.

Al día siguiente, bajamos a desayunar y Germán se fue a ver el auto. Volvió muy tranquilo hasta el desayunador: el GPS anda otra vez, me dijo.  Nos comimos el pan con mermelada más rico que pudiera hornearse esa mañana.

En cuanto al hotel Bistro’s, reservamos dos habitaciones y lo que tiene de particular es el baño: viene pre armado… todo en una sola pieza.
El baño
y la ducha.

 Por la ventana vemos un pequeño río y no se escuchan muchos ruidos de la calle.
El río que veo desede la ventana.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario