Barcelona navideña
25 de diciembre de 2013
Para aquellos que no lo saben,
será la segunda y última Navidad nuestra por Europa. Si bien los relatos de los
viajes no tienen un hilo que los una, a menos que consideren que la que cuenta
siempre soy yo (en sus variadas personalidades).
Intentando hacer cosas originales
para disfrutar de los últimos meses, decidimos emprender otro viaje importante
aprovechando las vacaciones que se dan entre fiestas. Así que, será nuestra
primera vez que la Navidad la transitaremos en las rutas alemanas, francesas y
españolas finalmente.
¿Y qué les puedo regalar yo a
ustedes? Bueno… aquí un minicuento.
Ya teníamos cierta información
sobre el idioma catalán. Que se hablaba fluidamente en las calles y sobre el
conflicto que existe en la región con sus estallidos independentistas. Aunque, cuando uno lee esas noticias (a los
argentinos también nos pasa) que llegan desde lejos, pareciera que no es “tan”
seria la cosa.
Tremenda sorpresa para nosotros,
será amanecer el 26 de diciembre y descubrir que el catalán está más que
instalado en la gente… es esa definición de nación que alguna vez estudié en la
secundaria cuando me hablaban de la diferencia
con la república… Encontramos gran parte de los letreros viales e indicativos
de dirección escritos en catalán, también en los museos y monumentos como
primer idioma. Por supuesto, las publicidades también escritas en ese idioma.
Es muy parecido al español, debo decirles. Aunque una cosa es leerlo despacio y
otra muy distinta es escucharlo hablar fluido. Ni pensar en responder.
Pero la sorpresa más grande no es
esa… la idea de separación o de identidad es tan profunda que nuestro “español porteño” nos pinta como extranjeros de un país lejano, de aquel que se tienen
noticias y también se cree que las cosas tampoco son para tanto… Nos
transformamos en turistas conocedores del español. Y para evitar las
confusiones del caso, ante nuestras preguntas… nos contestaron en inglés un par
de veces.
Puede parecer gracioso al
principio o quizás, escandaloso… Es claro que el comercio impone el idioma para
dirigirse al turista… nosotros, que no queríamos serlo, volvimos a responder en
español invocando una familiaridad cada vez más lejana.
¡Feliz
Navidad para todis!
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