Zweibrücken
29 de julio de 2012
Otro domingo por delante y ya con tarjetas de débito listas. En Alemania, como en otros puntos del planeta, existen las temporadas de liquidación. En este caso, tienen un calendario bien remarcado para esta cuestión. Y si buscamos outlets, tenemos que ir a Zweibrücken. ¡Pero no todo es consumo en la vida! Primero fuimos a recorrer el pueblo, ya que para reventar la tarjeta, hay que irse a las afueras del lugar. Nosotros le dimos una vuelta turística y pasamos por los monumentos, iglesias y otras cuestiones históricas.
Nuestra primera foto, es a una placa donde explica, que alguna vez en ese mismo lugar hubo una sinagoga y que fue destruida por los fanáticos nacionalistas de la época… Estamos en una región que se cansó de tantas reconstrucciones… es mejor no olvidar, supongo.
Muy cerca de ahí, nos encontramos con nuestra primera iglesia (¡me voy a empachar de iglesias de todos los credos!) la “Alexanderskirche” y nos llamó “poderosamente” la atención el camión de cerveza que estaba estacionado precisamente a las puertas de las misma… ¿Será que la misa es diferente por acá? No puede ser, seguro que hay otra explicación. Y sí, había otra explicación: una feria.
“Alexanderskirche” |
Una feria en el pueblo. ¿Saben qué significa? Cerveza desde temprano, por ejemplo. Bien, bien, no sé de qué se trataba la feria, ya que había puestitos diversos. Algunos con banderas de otros países, vi uno de Brasil vendiendo tamboriles y pañuelos. Otro de la India, vendiendo incienso y bolsitos coloridos. Y otros de baratijas, colgantes, aros, helicópteros a control remoto…era Retiro. Y por supuesto comida, comida, cerveza, más salchichas, papas fritas, wafles, panqueques, helados, dulces de todos los colores y formas, ¡especias, botones! Bombachas y calzones a € 1, cuadros, láminas, bolsas de tela, pilas, útiles escolares, centros de mesa de vidrio y velas…estaba todo. Y también juegos para los más chiquitos. Incluso diversos escenarios montados porque en un rato se presentarían bandas de música para musicalizar el día.
Todo muy lindo, todo muy rico… pero TODO estaba tapando los edificios y puntos turísticos.
Encontramos despejado el palacio de justicia, así que nos sacamos fotos allí. Y también en otra iglesia, con la puerta casi obstruida por las mesas y siendo las 12 del mediodía ya se disponían los primeros visitantes, a hacer uso de sus dientes…
Palacio de Justicia. |
Sin embargo, hay otra perla en este lugar: el “Rosengarten”. A este lugar se lo conoce como “La ciudad de las rosas”. Nos encontramos con un jardín inmenso, con escenarios adornados de flores, y las rosas eran las protagonistas. Como sabrán, las rosas tienen especies diferentes…me atrevería a decir, ciento de variedades. Cada rosal tiene un nombre. Por supuesto, la mayoría nombre de mujeres, aunque también hay con nombres de Castillos, hoteles o gente famosa. Unas casi sin perfume, pero de colores fuertes, otras con aromas pesados, envolventes de flores grandes. El verano es una estación difícil para los rosales, sus flores no duran mucho ya que se marchitan pronto. Sin embargo, hay otras flores que salen al auxilio del paisaje. Cuando uno mira a lo lejos, puede verse el degradé de colores contenidos en el verde hoja.
“Rosengarten”. |
¿Y en medio de todo esto? Un negocio de recuerdos con un sinfín de cosas con dibujos, pinturas, y aroma a rosas. Desde fosforeras, hasta paraguas. Y justo, Estrellita necesitaba paraguas… Un rato más tarde, salidos del paisaje florido con un paraguas de rosas y bordes con formas ondeadas.
“Rosengarten”. |
“Rosengarten”. |
Volvimos al centro de la ciudad, para almorzar algo. Las primeras Wusrtchen compradas en un puestito de la feria. Comimos sobre un barril que hacía de mesa, parados. Germán pidió una cerveza y nosotras Coca Cola. Y tal vez debería haber pedido, unos 50 litros de agua extra…porque la salchicha estaba repicante. No la pude terminar. Y alrededor de mí, adultos y chicos comiendo esas salchichas como si fueran caramelos…sin cara de “me prendo fuego” o “¡necesito agua ya!”.
Así nos fuimos del centro de la ciudad para dirigirnos a las afueras a gastar plata. Se ve que esa idea la tuvieron muchos, ya que cuando llegamos los estacionamientos estaban repletos. Se improvisaron algunos espacios, en un campito que estaba detrás de los outlets. Cuando bajamos, nos tocó caminar un par de cuadras para llegar. Y si pensaba encontrar gente tironeando el último vestido que queda (cómo muestran las películas), pues me quedé con las ganas. Sí, había precios locos…pero no gente loca. De todos lados habían venido. Se escuchaba mucho francés, por supuesto los locales eran más, pero seguramente había de Luxemburgo, de Italia, incluso españoles aprovechando vacaciones.
Nos cansamos de ver negocios, de hecho no alcanzamos a ver todos y a las 18 horas (en punto) se cerraron las puertas y “taza, taza….” Sucede que no es habitual encontrar shoppings, ni negocios de otro tipo, abiertos los domingos. Se trata de un hecho especial por liquidación en fin de temporada. Creo que hay otra cosa así, pautada para un domingo de diciembre, por Navidad.
De todos modos, caminamos mucho y ya no dábamos más. Los vendedores y cajeros de los negocios, todos muy amables y corteses. Te hablaban en alemán, o inglés, o francés, o con señas, o como fuera (no intenté hablar en español)… el comercio es como la música: un idioma universal.
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