Ortona
30 de octubre de 2013
Son aproximadamente las 18,30
horas y está tan oscuro como si fuera media noche. Debemos dejar la estación de tren y averiguar
cómo llegar al pueblo… que está bastante más elevado por sobre el nivel del
mar.
Detrás de la estación, hay un
playón con ningún bus, ningún taxi, ningún “guarda bicicletas” o cualquier
objeto que se les ocurra para que podamos subir y nos traslade a la cima.
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Algo interesante que se ve desde la escalera. |
Tampoco hay “persona que venda
boletos de tren”: hay una máquina para
comprar el biglietto que se puede
operar en varios idiomas. Las opciones se redujeron a una persona en motoneta
(de esas con carrito que llevaba unos bidones con líquido) que se disponía a
partir. Antes de quedarnos para apagar la luz y cerrar la puerta le preguntamos
cuál es la manera de subir.
El señor –muy amable- nos explicó
que a unos 200 metros hay unas escaleras que nos llevan derecho y también nos
dijo cómo llegar Al Vecchio Teatro, el hotel en que nos hospedaremos.
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El camino (no hay veredas) que nos lleva a las escaleras |
Con valijas de 20 kilos, subimos
muchos cientos de escalones. Pero eso no era lo que más me preocupaba… la
oscuridad lo era.
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¿Narnia? ¡No! Es la entrada de las escaleras |
Los escalones par los puteé y los impar me reí. Al día siguiente me
dolerían los brazos, pero no sería hasta el otro día que recordaría el por
qué. Volviendo al tema de la escalera,
parecía sacada de una película de terror… faltaban un par de ratas –que por
suerte no vi ninguna- y estaría completa
la escena.
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La entrada a la escalera |
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El suplicio visto desde arriba. |
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Pero lo que vemos desde abajo, es muy prometedor. |
Con mucha agitación llegamos
hasta el último escalón y no podía creer… no podía creer que el pueblo sobre la
montaña fuera tan bello. Yo no estuve en Miami… pero sentía que estaba en
ahí. En cualquier momento pasaría Don
Jonhson en su Ferrari blanca saludando…
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Ortona... o Miami!!!! |
¡La baranda! ¿Qué baranda? –se
preguntarán ustedes- La baranda que bordea este gran abismo y permite contemplar
el puerto, el Mar Adriático y el horizonte bello como la vereda de mosaicos que
pisamos.
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Vista desde la ciudad de Ortona al puerto. |
La noche está hermosa y nosotros
debemos sentarnos en un banco para recobrar fuerzas. También hay que buscar el hotel… pero esperemos un poco.
Como todo pueblo que se precie,
las veredas son angostas o inexistentes en algunos tramos. Y la numeración de las casas es
confusa. Es así, como nos pasamos el
hotel en nuestras narices y ni lo olimos o nos dimos cuenta.
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Por las calles de Ortona |
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Por Ortona. |
Debimos preguntar en otro
comercio y ahí nos indicaron dónde era. Para decir a nuestro favor, el hotel no
tiene aspecto de hotel, es más parecido a una casa. Y la recepción no tiene
pinta de recepción, es más parecido al restaurant llamado Al Vecchio Teatro que está enfrente. Y precisamente en diagonal al hotel… se
encuentra el Vecchio Teatro por si me quedaba alguna duda de dónde
estaba.
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¡Encontramos el hotel! ¡Viva! |
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El teatro, visto desde la vereda. |
Cuando nos dieron la llave,
subimos más escalones. Mi mamá se quedaba en el segundo piso y nosotros 4 en el
departamento del tercer piso. En la
escalera, vi fotos de Ortona del año 1930, parece que contemplaba el mapa de un
tesoro… y les saqué fotos.
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Fotos de Ortona del año 1930 |
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Fotos de Ortona del año 1930 |
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El departamento de mi mamá |
No sé cómo describirles esas
habitaciones: maravillosas sería una buena descripción. Las instalaciones eran
excelentes, los muebles delicados y la decoración muy armoniosa. A mi mamá no le había tocado una habitación…
era un departamento entero con una pequeña kichinet
que era para doblar y guardar en la valija… y claro, también los
utensilios de cocina, las sillas, mesa y sofá cama… y el dormitorio con su baño… un departamento impecable.
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Kichinet |
Nosotros no teníamos cocina… pero
nos tocó una terraza hermosa con vista a la calle y al teatro. Todo era
espectacular.
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Vista desde la terraza |
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Terraza de nuestra habitación. |
Como es miércoles por la noche,
el restaurante de enfrente está cerrado. La hija del dueño, la cual ya sabe el
nombre y apellido de mi madre y el motivo de nuestra visita (no son chusmas… es
lo de socializar que les conté durante nuestro viaje en tren) nos recomendó
otro restaurant.
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Nuestra habitación |
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Nuestra habitación. |
Estaba cerca de la escalera de donde habíamos emergido.
Llegamos hasta ahí, pero justo esa noche (ni antes ni después) ese lugar
permanecería cerrado al público en general por realizarse una fiesta privada…
Comenzamos nuestro recorrido
errante en busca de un lugar para comer… casi podría decirse que fuimos de una
punta a la otra… hasta que “en la otra” cerca de la iglesia principal,
encontramos esta trattoria y no hubo dudas… era nuestro lugar.
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Tratoria dell’ Apostolo. Timarisú |
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Tratoria dell’ Apostolo. Creme brûlée |
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Tratoria dell’ Apostolo |
La comida es riquísima, el
ambiente muy tranquilo y la gente muy amable. Este lugar se encuentra en Piazza S. Tommaso y se llama Tratoria dell’ Apostolo. Figura en
TripAdvisor así que, no es tan desconocida como yo pensaba.
Volvemos al hotel, y me voy con
algunas fotos más… ya mañana habrá
tiempo de contarles más cosas.
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¡Estamos en Miami! No, en Ortona. |
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Negocio de Ortona. (Artículos ornamentales y de decoración) |
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Peatonal de Ortona, siendo las 21 horas no queda casi nadie. |
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