miércoles, 29 de enero de 2014

Ortona, Italia. Día 1.


Ortona

30 de octubre de 2013

Son aproximadamente las 18,30 horas y está tan oscuro como si fuera media noche.  Debemos dejar la estación de tren y averiguar cómo llegar al pueblo… que está bastante más elevado por sobre el nivel del mar.

Detrás de la estación, hay un playón con ningún bus, ningún taxi, ningún “guarda bicicletas” o cualquier objeto que se les ocurra para que podamos subir y nos traslade a la cima.

Algo interesante que se ve desde la escalera.
 

Tampoco hay “persona que venda boletos de tren”: hay una  máquina para comprar el biglietto que se puede operar en varios idiomas. Las opciones se redujeron a una persona en motoneta (de esas con carrito que llevaba unos bidones con líquido) que se disponía a partir. Antes de quedarnos para apagar la luz y cerrar la puerta le preguntamos cuál es la manera de subir.

El señor –muy amable- nos explicó que a unos 200 metros hay unas escaleras que nos llevan derecho y también nos dijo cómo llegar Al Vecchio Teatro,  el hotel en que nos hospedaremos.
El camino (no hay veredas) que nos lleva a las escaleras

Con valijas de 20 kilos, subimos muchos cientos de escalones. Pero eso no era lo que más me preocupaba… la oscuridad lo era.
¿Narnia? ¡No! Es la entrada de las escaleras

Los escalones par los puteé  y los impar me reí. Al día siguiente me dolerían los brazos, pero no sería hasta el otro día que recordaría el por qué.  Volviendo al tema de la escalera, parecía sacada de una película de terror… faltaban un par de ratas –que por suerte no vi ninguna- y estaría  completa la escena.
La entrada a la escalera

El suplicio visto desde arriba.
Pero lo que vemos desde abajo, es muy prometedor.

Con mucha agitación llegamos hasta el último escalón y no podía creer… no podía creer que el pueblo sobre la montaña fuera tan bello. Yo no estuve en Miami… pero sentía que estaba en ahí.  En cualquier momento pasaría Don Jonhson en su Ferrari blanca saludando…
Ortona... o Miami!!!!

¡La baranda! ¿Qué baranda? –se preguntarán ustedes- La baranda que bordea este gran abismo y permite contemplar el puerto, el Mar Adriático y el horizonte bello como la vereda de mosaicos que pisamos. 
Vista desde la ciudad de Ortona al puerto.

La noche está hermosa y nosotros debemos sentarnos en un banco para recobrar fuerzas.  También hay que  buscar el hotel… pero esperemos un poco.

Como todo pueblo que se precie, las veredas son angostas o inexistentes en algunos tramos. Y la numeración de las casas es confusa.  Es así, como nos pasamos el hotel en nuestras narices y ni lo olimos o nos dimos cuenta.
Por las calles de Ortona

Por Ortona.

Debimos preguntar en otro comercio y ahí nos indicaron dónde era. Para decir a nuestro favor, el hotel no tiene aspecto de hotel, es más parecido a una casa. Y la recepción no tiene pinta de recepción, es más parecido al restaurant llamado Al Vecchio Teatro que está enfrente.  Y precisamente en diagonal al hotel… se encuentra el Vecchio Teatro por si me quedaba alguna duda de dónde estaba.
¡Encontramos el hotel! ¡Viva!
El teatro, visto desde la vereda.

Cuando nos dieron la llave, subimos más escalones. Mi mamá se quedaba en el segundo piso y nosotros 4 en el departamento del tercer piso.  En la escalera, vi fotos de Ortona del año 1930, parece que contemplaba el mapa de un tesoro… y les saqué fotos.

Fotos de Ortona del año 1930

Fotos de Ortona del año 1930
 
El departamento de mi mamá

No sé cómo describirles esas habitaciones: maravillosas sería una buena descripción. Las instalaciones eran excelentes, los muebles delicados y la decoración muy armoniosa.  A mi mamá no le había tocado una habitación… era un departamento entero con una pequeña kichinet  que era para doblar y  guardar en la valija… y claro, también los utensilios de cocina, las sillas, mesa y sofá cama… y  el dormitorio con su baño… un departamento impecable.
Kichinet

Nosotros no teníamos cocina… pero nos tocó una terraza hermosa con vista a la calle y al teatro. Todo era espectacular.
Vista desde la terraza

Terraza de nuestra habitación.

Como es miércoles por la noche, el restaurante de enfrente está cerrado. La hija del dueño, la cual ya sabe el nombre y apellido de mi madre y el motivo de nuestra visita (no son chusmas… es lo de socializar que les conté durante nuestro viaje en tren) nos recomendó otro restaurant.
Nuestra habitación

Nuestra habitación.
 

Estaba cerca de  la escalera de donde habíamos emergido. Llegamos hasta ahí, pero justo esa noche (ni antes ni después) ese lugar permanecería cerrado al público en general por realizarse una fiesta privada…

Comenzamos nuestro recorrido errante en busca de un lugar para comer… casi podría decirse que fuimos de una punta a la otra… hasta que “en la otra” cerca de la iglesia principal, encontramos esta trattoria  y no hubo dudas… era nuestro lugar.
Tratoria dell’ Apostolo. Timarisú

Tratoria dell’ Apostolo. Creme brûlée

Tratoria dell’ Apostolo

La comida es riquísima, el ambiente muy tranquilo y la gente muy amable. Este lugar se encuentra en Piazza S. Tommaso y se llama Tratoria dell’ Apostolo. Figura en TripAdvisor así que, no es tan desconocida como yo pensaba. 

Volvemos al hotel, y me voy con algunas fotos más… ya  mañana habrá tiempo de contarles más cosas.
¡Estamos en Miami! No, en Ortona.

Negocio de Ortona. (Artículos ornamentales y de decoración)

Peatonal de Ortona, siendo las 21 horas no queda casi nadie.

 

 

Italia profunda.


Viajando por Italia

30 de octubre de 2013

Hoy es un día donde prácticamente estaremos sobre un tren.  Dejamos el hotel sin prisas, porque nuestro tren partirá al mediodía. 

El próximo tren que tomaremos no es de alta velocidad. Tampoco parte de Termini. Debemos tomar el metro en la estación Castro Pretorio y llegar a otra estación de trenes de Roma llamada Stazione Di Roma Tiburtina.

En la Stazione Di Roma Tiburtina. Y este tren... no es el nuestro.
Aquí hay trenes de alta velocidad que provienen de Milán, por ejemplo.  También hay trenes regionales. Justamente uno de esos, es el que nos llevará a nuestro próximo destino: Ortona.
Hola a todos.
 

Como ya les había contado al principio del viaje a Italia, el viaje a Ortona implica la búsqueda de pueblo donde uno de mis abuelos nació.

No quiero anticiparme… porque quiero contarles algunos detalles de los trenes y la estación… y de la “Italia profunda” esa que seguro no conocen tanto (y yo tampoco).

La Stazione Di Roma Tiburtina está construyendo un amplio hall con espacio para comercios y salas de espera vip para los pasajeros de primera clase que deban esperar algún tren.  Estuvimos recorriendo un poco mientras esperamos que en la pizarra electrónica nos anuncien la plataforma en que partirá nuestro tren.

Stazione Di Roma Tiburtina
Si bien, también hay carteles convencionales, es mejor confirmar.  Nosotros, decidimos esperar en cualquier plataforma hasta que se haga la hora.

Un tren regional, es parecido a tomar el Tren San Martín… cuando era nuevo.  Y cuando faltaban 20 minutos, aparece nuestra plataforma: 23… o 24 no recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es que estaba en un extremo de la estación, prácticamente había que salir de la misma para llegar a esa plataforma.

El tren que tomamos es parecido a este.
Serán 5 horas y media atravesando la “Italia profunda” en línea recta con los Apeninos acompañando. Debo decir que estoy muy entusiasmada. Del Tirreno al Adriático en busca de algo que pueda contar algún día a mis nietos…
Ahora sí, arriba de nuestro tren.
 

Debo decir, no sé si es porque estamos en el “Viejo Mundo” pero el guarda del tren conserva toda la autoridad.

Anécdota número 1

Cuando estábamos en medio de las montañas,  (la mayoría del trayecto fue así),  subió un contingente de varios chicos que salían de la escuela. Nuestro vagón se llenó de adolescentes durante 3 o 4 paradas. Los jóvenes hacen cosas de jóvenes. Léase, celular, besos, manos… y demás cosas que me obligan a mirar por la ventana, aunque pasemos por un túnel, haya un pared de ladrillos o una casa en ruinas, es preferible.  Sin embargo, cuando pasó el guarda… digamos que todo volvió a su sitio: jovencitas en sus asientos, manos en los bolsillos, celulares… bueno, esos no joden a nadie.  A estos chicos no se les ocurre escuchar la música sin auriculares (la educación también es del Viejo Continente)…

Fotos que saco con el celular. "Italia profunda"

"Italia profunda" Apeninos.

"Italia profunda"
El guarda no tiene cara de perro ni mucho menos. Al contrario, es una persona muy amable y curiosa. Me di cuenta de que nosotros no sabemos hablar… Podemos emitir palabras pero me refiero a socializar… eso, creo que fuimos anulados desde la cuna.  No digas a dónde vas, no cuentes si vas de vacaciones, no digas si te va bien… ¿les suena? Claro, el guarda de tren de los Apeninos no sabe del GBA… es muy difícil sacarse ese sombrero.
"Italia profunda"
 
 

Le contamos que viajaremos hasta Ortona, pero no pudo sacarnos una sola palabra más. Pobre hombre, se notaba que tenía ganas de charlar…

Anécdota número 2

Llegamos a una estación en la que sólo se veía la “oficina” que controla el tránsito ferroviario. El tren se detuvo casi media hora. Yo estaba un poco impaciente. Y mi impaciencia se volvió más fuerte cuando el señor de la oficia se puso a conversar con el maquinista… ¿Charlarán sobre la vida? ¿Eso que pasa mientras estás arriba de un tren? Ni hablar cuando el maquinista se bajó para charlar con mayor comodidad…

Aquí nos detuvimos un buen rato. "Italia profunda"

"Italia profunda"
¿Y por qué ocurre todo esto? Bueno, sucede que hay un solo tramo de vías… se usan para ir y para volver.  Nuestro tren estaba detenido porque esperaba a que pasara el otro tren. Conclusión: conversar salva vidas…

Anécdota número 3

Entre esperas y cambios de velocidad en las marchas, ya sabíamos que nuestro viaje se extendería más allá de 5 horas y media. Me preocupé un poco, porque en la estación de Pescara Centrale  debemos tomar otro tren que llegue hasta la estación de Ortona.

"Italia profunda"

"Italia profunda" Apeninos a lo lejos

"Italia profunda"
Pero el guarda (el segundo que nos controló los boletos) no parecía preocuparse por el retraso del tren ni por la combinación que debiéramos  hacer nosotros. ¿Por qué sería? Después de un tiempo…  tengo la impresión de que nos dio la explicación que nos debiera despreocupar de la cosa… lástima que mi italiano es limitado… Sino, hubiera entendido con varios minutos de antelación que EL MISMO tren que ahora nos trasladaba, era el que iba a Ortona.

Gracioso fue bajar las valijas en la estación de Pescara… para volver a subirlas en EL MISMO TREN.

Debo decir que es la fórmula perfecta para no perderse la combinación…

Conclusión:

La “Italia profunda” es muy distinta a la “Roma del primer mundo”. El primer mundo se muestra diferente, aunque no deja de notarse que es eso. Porque no hay rastros de indignidad.



 
"Italia profunda" cerca de Tivoli.

Llegamos a Ortona… estoy tan contenta.  Mi esposo me dijo que “el pueblo” está sobre una colina y la estación de tren a la orilla del mar. También me contaba que no encontraba un camino para subir, excepto la ruta que utilizan los autos… No me importa. ¡Estoy en el pueblo donde nació mi abuelo!


 
 
"Italia profunda" Estamos en Ortona.

 

 

 

 

jueves, 23 de enero de 2014

Roma y Vaticano. Parte 2. Día 3.


Roma y Vaticano

29 de octubre de 2013

Salimos de la basílica de San Pedro para dirigirnos a los Museos Vaticanos. Para ir a los museos, debemos salir del Vaticano y rodearlo. Entonces estamos en Roma nuevamente y luego de caminar un rato (antes nos fuimos a almorzar) siguiendo los carteles.
Una fuente para recargar la botellita de agua. Antes de salir del Vaticano, para pasar por Roma y volver a entrar al Vaticano.
 

Lo que les voy a contar, es que los museos se fueron conformando con las colecciones de los pontífices y donaciones.  Y claro, los edificios se fueron agregando hasta conformar un laberinto casi inentendible.   No he podido encontrar  la extensión,  pero tengo la impresión de que no es más grande que el Louvre de París.
Museos Vaticanos. El cartel que nos indica para dónde ir.
 

Aquí también se puede sacar fotos, excepto en la Capilla Sixtina.  Pero de eso, no nos vamos a preocupar por ahora.

La verdad, encontré que la página web de los Museos Vaticanos es casi perfecta. Si bien no están todas las colecciones del museo, sí se encuentran las principales con explicaciones que pueden conformarnos (por lo menos a mí, que no soy historiadoras, arqueóloga o experta en arte).

¡Casi tengo fiaca de contarles! Así que, pueden hacer dos cosas.   Pueden seguir leyendo lo que les pueda contar sobre algunas fotos que tomé (versión ultra-light) o la segunda opción se puede ingresar a la página del Vaticano y recorrer el museo como ustedes quieran. Y hasta hay una tercera opción: ¡Wikipedia! Donde también está muy bien expuesto y de la forma en que yo, por lo menos, estoy acostumbrada.

Los orígenes de los Museos Vaticanos comienzan en el año 1503, cuando el papa Julio II trasladó su colección de arte al Palacio Belvedere.  Voy a ir mostrando algunas fotos de las diferentes salas.  Hay para todos los gustos.



 

Comenzamos con una pequeña exposición de barcos o maquetas.  La escalera no es exactamente una escalera, es una rampa.  La capilla Sixtina es la atracción principal, pero para llegar a ella, hay que atravesar la gran mayoría de las salas.  Siempre que veo los carteles, se nombra el camino hacia la famosa capilla… pero parece que uno no llega más.

 
El ingreso al museo Vaticano. El barco del que les hablaba.

Ingresamos al Museo Gregoriano Egipcio.

Vemos esta preciosa estela funeraria…
Estela funeraria del "devoto de Osiris" Ankh-Hapy (con inscripción aramea), de Menfis, XXVII dinastía  persa, VI siglo a.C.
 

 

Es un poco extraño hallar en una lápida funeraria inscripciones que señalen precisamente lo contrario.  Debe ser por la creencia egipcia respecto de la vida después de la muerte…  Por lo que leí, había recipientes distintos dependiendo del órgano en cuestión.  Es, otra idea respecto de la vida después de la muerte… uno va en pedacitos.

Hapy, el padre de los dioses, vivificador, generador de fecundidad y fertilidad en la mitología egipcia. También se denominaba Hapy uno de los cuatro hijos de Horus, representados en los vasos canopos funerarios. Hapy: vasija con tapa en forma de cabeza de papión (babuino), donde se depositaban los pulmones.

El Anj (ˁnḫ) () es un jeroglífico egipcio que significa "vida", un símbolo muy utilizado en la iconografía de esta cultura.

 

Un sarcófago que me pareció imposible que estuviera  tan bien conservado es este. La información solo dice: sarcófago de Anet. Deir el Medina.  No encontré quién es Anet… pero sí encontré un pueblo que existió miles de años antes de Cristo.  Era un pueblo egipcio de trabajadores, artesanos y campesinos.

Deir el-Medina (Convento de La Ciudad), poblado egipcio fundado por Tutmosis I, faraón de la dinastía XVIII.
Sarcófago de Anet. Deir el-Medina.
 


Es todo muy lindo, pero yo les quiero mostrar lo que a mí me gustó más.  Esta imagen del patio de la Piña. Una piña de bronce de cuatro metros de altura.  Los pavos reales, son el símbolo de la fecundidad en Egipto y fueron adoptados por los romanos como símbolo de la buena suerte.

 


El patio de la piña


El próximo museo es Chiaramonti.  Quería mostrarles la escalera que nos conecta con esta galería.  Es hermosa.  En cuanto a las obras,  hay que mirar detenidamente todo… pero tantos bustos y cabezas “sueltas” no llaman tanto la atención.
La escalera del museo Chiaramonti.
 

Salimos al Patio de la Piña y ahora entiendo las dudas que se planteaban los estudiosos cuando hablaban de la Boca de la Verdad… Al ver a esta otra “boca” que solo escupe agua…
Patio de la piña
 

En el centro del patio, encontramos una obra de arte del siglo XX. Se llama Sfera con Sfera del artista Arnaldo Pomodoro.
"Sfera con Sfera" de Arnaldo Pomodoro.
 

Volvemos bajo techo.  En este caso, les muestro el mosaico que se encuentra en la Sala Redonda, del museo Pío Clementino.
Mosaico de la Sala Redonda en el museo Pio Clementino.
 

Entre la Sala de la Biga y la Galería de los Tapices, existe este techo…  lo que daría yo, por pintar algo así. No por el tema en sí, sino por la técnica y la combinación de los colores, las proporciones…  ¡bah! ¡Como un buen artista!

 
El techo, del que les hablaba.

Hablando de techos… en este caso, vemos la Galería de las Castas Geográficas… sin palabras.

 
Techo de la galería de las cartas geográficas.

Estamos en las Estancias de Rafael.  Consiste en 4 salas donde el artista ha pintado frescos durante el papado de León X. Aunque según Wikipedia, Rafael solo pudo realizar los diseños porque se murió.  Las pinturas las realizaron sus discípulos. Yo me quedo con la bóveda de la Estancia de la Signatura, representan las alegorías de la Filosofía, la Teología, la Poesía y, finalmente, la Justicia.

Bóveda de la estancia de la Signatura.
Estamos cada vez más cerca de la Capilla Sixtina… pero antes un par de fotitos más.  Vemos cuadros de pintores famosos, como Chagall, Dalí, Botero  y me quedo con este cuadro, ya que estamos conocemos (por lo menos yo no he escuchado nombrar a este artista) a Charles Ephraim Burchfield y su obra se llama Eye of God in the woods.

Eye of God in the Woods. Charles Ephraim Burchfield.
¡Ya estamos! La capilla Sixtina está ante nosotros… no podemos sacar fotos… tampoco hablar… pero en la página web de los museo Vaticanos, ¡la podemos visitar en forma virtual!  Y acá les dejo el link.


Salimos de esa hermosa capilla… para mí es muy bonita. Aunque la imagen de la creación de Adán no es, lo que uno esperaba… ¡Ojo! Es lindo el fresco… pero me pareció que era más grande… Tienen que ir ustedes y ver qué les parece.

Lo último que visitamos es el Museo Cristiano. Aquí se exponen objetos que pertenecieron  a los papas. Hay gabinetes preciosos ricamente ornamentados.




Museo cristiano


Museo cristiano


Museo cristiano




Les dije que nos íbamos… pero no, me olvidé de nombrar a la Galería de las Carrozas. Allí se ven todos los vehículos utilizados por los papas. Y como estamos viviendo bajo un papado austero, les dejo la foto de la última carroza que le regalaron a Francisco en 2013.

 
El Renault 4 que le regalaron al papa Francisco en 2013.

Esta es la escalera de la salida. Diseñada por el arquitecto Giuseppe Momo.



 
Esta es la escalera de la salida. Diseñada por el arquitecto Giuseppe Momo


Esta es la escalera de la salida. Diseñada por el arquitecto Giuseppe Momo




Dejamos Roma… pero antes, mi último helado romano… ¡Qué delicia!
 
El último helado en Roma.